lunes, 25 de julio de 2011

Las cosas que pasan

Definitivamente las cosas pasan porque, sin más remedio, tienen que suceder. Esta frase puede parecer una perogrullada pero yo estoy convencido de que es una observación inteligente y que no se me ha ocurrido solamente a mí. Dando esto por sentado me puse a considerar si valía la pena o no dedicarle unos minutos de mi tiempo al desarrollo escrito de esta idea trascendental y he aquí el resultado:

Cuando algo sucede, es decir, cuando notamos que ha pasado algo, lo primero que hacemos es intentar averiguar el motivo que ha desencadenado ese suceso y no paramos hasta que le encontramos una explicación que nos resulte más o menos convincente para así poder quedarnos tranquilos y satisfechos de haber dado con el quid de la cuestión.

Lo malo es cuando no encontramos al padre de la criatura, o mejor dicho, al origen de lo acaecido. En este caso, nos solemos poner nerviosísimos, desconcertados ante tamaña contrariedad y no sabemos como apaciguar nuestro desasosiego y reencontrar el equilibrio que nos permita volver a controlar nuestro intelecto alterado.

         En cualquier caso, al final siempre encontramos a alguien a quien contarle el asunto o con quien comentar el suceso y, más tarde o más temprano, conseguimos serenar nuestro espíritu gracias a la persona con quien hemos compartido el problema por aquello de que “cuatro ojos ven más que dos”.

         Todo esto viene a confirmar de forma inequívoca mi tesis inicial sobre que nada pasa sin un motivo que lo produzca. Como se puede comprender, a estas alturas del análisis, me siento mucho más convencido que antes de que las cosas hay que razonarlas para hacerlas más nuestras, o sea, para integrarlas en nuestro vivir diario sin que puedan suponer en el momento más inoportuno una crisis como esa de la que tanto se habla pero que nadie sabe por qué se ha producido.

         Ha sido un placer compartir estas humildes palabras llenas de contrasentidos y que, por supuesto, no van a servir a nadie, ni siquiera al Gobierno, ni mucho menos a la Oposición, para aclarar el origen de la crisis.

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