lunes, 30 de abril de 2012

Invisible



Cuando Ángel se convenció de que era invisible pudo observar libremente todo lo que sucedía a su alrededor. A partir de ese momento no se pondría colorado cuando mirase a la cara a una chica, sobre todo si ésta le gustaba, ni se sentiría avergonzado cuando su madre le llamase la atención delante de sus amigos, al fin y al cabo ellos no podían verlo o, al menos, eso es lo que había estado sufriendo durante toda su vida, la invisibilidad más absoluta.
No es que la profesora de inglés no le escuchara cuando preguntaba algo, no, es que, simplemente, no le veía. Ahora, no obstante, y gracias precisamente a su recién estrenada invisibilidad, podría hacer lo que le diera la real gana sin miedo a que nadie le criticase sus acciones y, aún menos, que le pudieran castigar por ellas.
Sólo necesitaba comprobar una cosa: ¿aumentaría con el tiempo esta cualidad recién nacida en él? La primera prueba fue positiva: su padre ya no le veía cuando le pidió dinero para salir el sábado e ir al cine. La última comprobación le hizo sentirse un ser totalmente libre: su madre ya no le reñía aunque hiciera la barbaridad más grande.
Comprobó que la gente de la calle no le hacía ni puñetero caso cuando les saludaba al cruzarse con ellos y que el conductor del autobús pasaba de cobrarle. Entonces fue cuando concibió su plan maestro: eliminar uno a uno a todos los que, de alguna manera, le habían hecho daño a lo largo de los años y se puso manos a la obra.
Primero eliminaría a los compañeros de clase que nunca le habían ayudado, luego a las compañeras que se habían reído de él cuando les había pedido una cita, a continuación iría la profe de inglés y los demás profesores y profesoras que, sistemáticamente, le habían hecho pasarlas moradas en el colegio y en el instituto y después un largo etcétera hasta llegar a los miembros de su familia…
- ¡Ángel Ramírez! – Gritó una voz desde el pasillo de la clínica siquiátrica – ¡Tiene visita!

1 comentario:

  1. Locura, Sed de Venganza, Invisibilidad. Buenos ingrendientes, para un buen plato literio.
    Gracias por la vista. Ya cambié de José a Juan.
    Un saludo

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