miércoles, 30 de mayo de 2012

Delirium Tremens


Cuando sonó el despertador lo apagó de un manotazo y siguió en la cama durante unos minutos sopesando si debía o no levantarse tan temprano.
 Al fin, un tanto desganado, optó por lo primero y se dirigió pesadamente al cuarto de baño. Se duchó con agua fría para salir definitivamente del sopor en que lo había sumido la calurosa noche de verano, se afeitó y se observó detenidamente en el espejo como intentando reconocerse en aquella imagen que el azogue le devolvía. Cuando estuvo conforme con su aspecto se vistió con una camisa de mangas cortas de color azul y un pantalón gris de estilo deportivo y tuvo que meterse debajo de la cama para alcanzar sus zapatos.
Intentó preparase un café pero, después de buscar infructuosamente en la cocina, decidió desayunar en el bar de la esquina.
Las sorpresas desagradables continuaron cuando encontró el ascensor averiado y tuvo que bajar por la escalera desde el noveno piso donde vivía, pero como no hay dos sin tres, el bar de la esquina estaba cerrado a cal y canto y, por más que miró y remiró a través de las rendijas que dejaban las cortinas, no vio a nadie dentro que pudiera abrirle.
Quiso coger el coche para llegar a la oficina pero se había dejado las llaves en casa y prefirió ir a pie antes que volver a subir y bajar los nueve pisos.
Por el camino iba pensando en lo erróneo de su decisión de levantarse, debía haberse quedado en la cama durante toda la mañana y así reponer las fuerzas gastadas en la juerga de la noche anterior. Había sido formidable, no había parado de beber y de bailar en aquella discoteca, de cuyo nombre no se acordaba, con aquella preciosa chica que aparecía borrosa en sus recuerdos, sí, seguramente había sido la madre de todas las juergas.
Se sobresaltó cuando alguien le tocó en el hombro y le dijo:
- ¡Oiga!, ¿quiere hacer el favor de volver a la cama y no levantarse más? Ya van cuatro veces que le he tenido que conectar el gotero y, por si era poco, me ha roto el frasco de suero. ¡Hay que ver la guerra que dan los que llegan a urgencias con delirium tremens!


martes, 29 de mayo de 2012

Un nuevo Superhéroe


Aquella situación era insostenible, el silencio se podía cortar con un cuchillo y la tensión del momento sólo era comparable a la de una película de Hitchcock. Era totalmente necesario resetear e intentarlo de nuevo procurando no caer en los mismos errores.
Despertó de su sueño bañado en un sudor frío y temblando como un azogado y entendió que había sido una premonición, que aquello aún no había sucedido pero que, con toda seguridad, sucedería más tarde o más temprano y su ensoñación era una señal para que estuviera preparado cuando los acontecimientos se produjeran realmente.
Jonás comprendió que si se volvía a repetir todo el proceso anterior al suceso que desencadenó la tragedia, tal vez pudiera evitar un desastre que podría acabar con toda una generación.
Era estrictamente necesario reproducir paso por paso todo lo que, como espectador privilegiado, había sucedido ante su vista. Ahora no dejaría que las cosas sucedieran sin intervenir para modificarlas, ya sabía cuál sería el desenlace en caso contrario así que se aprestó a la lucha contra todo aquello que pudiera significar un peligro para la humanidad, se iba a convertir en un superhéroe de leyenda.
Lo primero y principal sería definir su aspecto de superhéroe y era necesario elegir bien tanto el atuendo como las armas. Para ello comenzó a buscar fotografías del Capitán América, Superman y los demás salvadores del mundo para confeccionar un diseño lo más original posible pero que los recordase a todos. Probó de una y mil maneras a combinar los elementos de las vestimentas pero no consiguió ninguna versión que le satisficiera por completo.
Al final, y después de estrujarse el cerebro durante horas y horas, una luz le iluminó la mente y tomó la decisión en un instante: Sería el “Vengador Desnudo”.


lunes, 28 de mayo de 2012

Feria del Libro: Rueda de Prensa


Yo nunca había asistido a una rueda de prensa y mucho menos como persona que va a ser preguntada. Cuando me dijeron que debía participar en representación del Equipo de Reforma del Colegio Séneca me cogió de sorpresa pero consentí en pro de no desairar a la persona que me lo proponía y, también, por la curiosidad que tengo por participar en cosas nuevas para mí.
Estuve todo el viernes acordándome del asunto pero luego, con la actividad del fin de semana, la cosa pasó a segundo término hasta que el lunes se me vino encima y yo sin preparar nada, la verdad sea dicha había poco que preparar para un acto que era casi del todo imprevisible y sólo debía refrescar un poco los recuerdos de aquellos años en que sucedió la experiencia así que sin más papeles que mi memoria me fui para el Ayuntamiento donde debía celebrarse el acto.
Cuando llegué a la Casa Consistorial coincidí con mi antiguo compañero y director, Bartolomé, que también había sido invitado al evento.
En la sala de comisiones se celebró el acto en el que participamos el Alcalde, los concejales Reyes Lopera y Miguel Santos, Bartolomé y este humilde servidor y, en la “acera de enfrente” (es una metáfora) estaban los representantes de los medios de comunicación: Diario Córdoba, ABC, El Día de Córdoba, Cadena SER y Guadalquivir Televisión. El Alcalde inició el acto para que la concejala de Cultura hiciera la presentación general de la Feria del Libro y el concejal de Educación introdujera el tema del homenaje al equipo de reforma del antiguo Colegio Séneca. Por último intervinimos Bartolomé y yo explicando a grandes rasgos algunos de los avatares que nos tuvieron ocupados tratando de mejorar la educación durante más de siete años. Se abrió un turno de preguntas que, a mi entender, no dio demasiado juego y el Alcalde cerró el acto.
El sábado próximo continuará esta historia y prometo contarla.

sábado, 26 de mayo de 2012

Que no nos toque un Roque


Si había algo a lo que Roque temía era a las consecuencias de decir la verdad. En sus años de infancia y adolescencia cuando su padre le preguntaba si había ido al colegio, él decía siempre que no porque, en caso contrario, le preguntaría si el profesor estaba contento con su trabajo, si había hecho los deberes en clase, si las notas eran buenas etc.,… pero contestando negativamente sólo se exponía a un guantazo y a quedarse castigado, cosas a las que estaba acostumbrado y no le suponían un gran contratiempo. Mentía pues para ahorrarse problemas mayores.
Con los años esta costumbre se instauró en él con tanto arraigo que llegó a ser un mentiroso profesional. Falseó su curriculum y obtuvo un puesto de trabajo en el que ganaba el dinero a espuertas y no tenía que hacer prácticamente nada. Con el producto de esta actividad montó una oficina de información comercial para engañar a las empresas acerca de sus posibles clientes y encima cobraba cantidades astronómicas por ello. Sacó todo su capital del país y lo envió a un paraíso fiscal antes de declararse en quiebra para no tener que pagar a ninguno de sus acreedores y, además, como sus deudas eran tantas y tan grandes, le metieron en la cárcel pero salió al poco tiempo porque, según decía, había tenido un comportamiento ejemplar.
Si continúa en esta línea, ¿quién sabe a dónde podrá llegar en un futuro no demasiado lejano?
Seguramente los “Roques” no existen, ¿o sí?

viernes, 25 de mayo de 2012

Algo inexplicable…


Quería gustar a todo el mundo pero sólo conseguía el rechazo más humillante. Lo intentó de todas las maneras que se le ocurrieron y nada, no había nada que hacer, todo fue en vano, hasta que un día, posiblemente el día menos pensado, sucedió el milagro, la “inversión copernicana”: Todas querían ser amigas suyas, todas querían hacerle su confidente, el depositario de sus secretos a voces. Ahora siempre se encontraba rodeado de chicas que se disputaban su atención y luchaban entre sí por acapararle.
¿Qué había pasado? ¿Qué sucedió para que este cambio radical se produjera? Pensó y pensó pero, por más que lo pensara, no fue capaz de encontrar una explicación que justificara la nueva situación de su persona con respecto a “ellas”, pero,… ¿y con respecto a “ellos”?, ¿acaso no le miraban con envidia?, no estaba seguro del todo aunque percibía que le observaban de manera diferente:
Un día lo comprendió todo, fue cuando decidió declarar su amor a Conchita que le tenía loco desde la más tierna adolescencia. Después de escucharle con cara de sorpresa mayúscula, ella le preguntó: ¿Pero tú no eras gay?

miércoles, 23 de mayo de 2012

Se parecía al Padre


- Afortunadamente no se parece a su padre, - dijo Doña Engracia cuando salió de la habitación.
- Pues tampoco se parece demasiado a la madre y, sin embargo, ha salido de sus entrañas y yo he sido testigo, - repuso Francisquita con un cierto retintín en la voz.
- Lo mejor que podemos hacer es callarnos que en boca cerrada no entran mosquitos – sentenció Doña Engracia.
- ¿No eran moscas? – preguntó la fámula y completó – En boca cerrada no entran moscas.
- Eso será en la tuya que la tienes bien grande pero yo soy una señora y tengo boquita de piñón – apostilló  la Doña.
- Según para qué – rezongó por lo bajo Francisquita.
- ¿Decías algo, Francisquita? – preguntó malhumorada Doña Engracia.
- No, nada,… hablaba conmigo misma,… cosas mías… - se defendió la criada.
Bajaron la escalera y cruzaron el patio porticado, la señora se fue a su gabinete y Francisquita a la cocina a preparar el almuerzo para toda la familia como era su obligación.
Carolina, la hija menor de Doña Engracia hacía tres días que había dado a luz a su primer hijo y acababa de trasladarse desde el hospital hasta la casa de su madre con el fin de reponerse según los consejos maternales que no escondían otra cosa sino el mantener alejado de su hija al novio no deseado que le había dejado embarazada a su hija de su corazón.
A la hora de comer, Doña Engracia le ordenó a Francisquita que preparase una bandeja para que Carolina no tuviera que bajar al comedor y, cargada con ella y, bajo la atenta vigilancia de la señora, subieron al dormitorio donde descansaba la recién estrenada madre.
- No te levantes, Carolina, - ordenó la madre con cariño – Francisquita te lo ha preparado todo en una bandeja.
Ayudó a su hija a incorporarse y le colocó un almohadón en la espalda para que estuviese más cómoda.
- Trae la bandeja, Francisquita, - dijo Doña Engracia arrebatándosela de las manos para colocársela a Carolina en el regazo.
Francisquita se quedó mirando al bebé, que dormía plácidamente en su cuna, con cara de tonta. No en vano ella también estaba ya en la casa cuando nació Carolina y la quería como a una hija.
- ¿Se puede saber qué estás mirando con esa cara de bobalicona? – inquirió Doña Engracia con un tono un tanto receloso.
- Pues nada, - respondió – me fijaba en lo que se parece a su padre y a su madre.
- Se parece a su madre – decidió la señora – porque de Antonio no tiene ni el aire.
- ¿Cómo va a parecerse a Antonio, mamá? – terció Carolina –si acaso se parecerá a Don Matías.
- ¿A Don Ma-tí-as? ¿Al cu-ra? – silabeó Doña Engracia desmayándose acto seguido ante la mirada atónita de Francisquita.


domingo, 20 de mayo de 2012

Terapeuta virtual


Manuel hacía tiempo ya que no sonreía. La alegría desapareció de su vida un día de repente y, sin saber por qué, se encontró inmerso en una depresión agobiante que le tenía metido en su casa y sin salir a la calle desde hacía dos años.
Con gran esfuerzo hacía los pedidos al supermercado cuando el frigorífico se quedaba completamente vacío y ya no tenía ningún alimento que llevarse a la boca. Al menos su instinto de supervivencia no le había abandonado. Su familia, en cambio, había decidido dejarle solo cuando vieron que era imposible ayudarle a salir de su postración y sólo conseguían amargarle más aún la vida.
Y se quedó solo, en la más absoluta soledad, sólo los más negros de sus pensamientos tenían cabida en aquella casa, casi disfrutaba martirizándose diciéndose a sí mismo que él era el único culpable de aquella situación aunque realmente no tenía ni la más remota idea de cómo había llegado a su actual estado.
Pasó momentos en los que hasta pensó en quitarse la vida y descansar de tanto sufrimiento pero algo le hacía intuir que aquella situación no podía ser eterna, que, en algún momento, volvería a sentirse una persona normal, es más, lo ansiaba con todas sus fuerzas pero nunca parecía llegar aquella hora.
Desconectó el timbre de la puerta para no oírlo cuando alguien llamaba y, si lo hacía golpeando la puerta con la mano, se escondía en su habitación y metía la cabeza debajo de la almohada hasta que comprobaba que el visitante había desistido y se había largado.
Tan solitario quería estar que quitó todos los espejos de la casa para no ver ni siquiera la imagen de su cara. Únicamente traspasaba los umbrales de su intimidad aquella voz que contestaba el teléfono en el supermercado y llegó un momento que se sentía reconfortado con las cuatro palabras que cruzaba de cuando en cuando con aquella chica que le saludaba cordialmente y le deseaba un buen día. ¿Un buen día? Como si sus días pudieran de dejar de ser el calvario que tanto tiempo llevaba padeciendo.
Poco a poco las ganas de vivir fueron retornando a su ser de la misma forma inexplicable con que desaparecieron hasta que un día, armándose de valor, se duchó, se vistió y colocó los espejos con el fin de afeitarse  y también se rapó la cabeza para mostrar un aspecto más agradable y aseado y decidió salir a la calle.
Cuando salió al exterior dirigió sus pasos directamente al supermercado. Tenía una necesidad imperiosa de conocer a aquella chica que, sin querer, le había ayudado tanto.
Llegó al establecimiento y preguntó a la cajera:
- ¿Dónde está la chica que atiende el teléfono cuando se hacen los pedidos? – dijo con urgencia.
La cajera le miró de arriba abajo y contestó sonriendo:
- Vd. perdone pero esa chica no existe, es sólo la voz grabada del contestador automático.


sábado, 19 de mayo de 2012

Debutante (2ª parte)


Cuando sonaron los clarines, Andrés se aproximó a la puerta de los sustos y agarró con fuerza el cabo de soga que servía para abrirla. Esperó a sentir la presencia del novillo en el chiquero y se aprestó a tirar de la puerta con un gesto lo más airoso posible, no en vano había estado ensayando el movimiento durante la última semana y no quería quedar mal ante todo el público que esperaba deseoso contemplar cómo el burel salía al ruedo.
No se oía ni un ruido tras la puerta y comenzó a ponerse nervioso. Ya debían de haberle insertado la divisa y el novillo golpearía los laterales del estrecho camino que le conduciría a la arena, pero no, no se escuchaba nada de nada, ni siquiera un leve rumor que le indicase que debía franquear el paso a la res.
La verdad sea dicha, Andrés no estaba seguro de nada. Nunca había tenido la más mínima experiencia al respecto y por ello no estaba seguro de qué decisión tomar. Por una parte podía entreabrir la puerta y tratar de atisbar por una rendija si el animal estaba ya preparado o bien podría seguir esperando hasta escuchar alguna señal inequívoca de que la fiera estaba en disposición de salir.
Andaba en estas disquisiciones cuando la voz de su madre le despertó del sueño en el que navegaba desde hacía ya un buen rato:
- ¡Andrés, hijo, levántate ya, que tienes una cita de trabajo a las nueve y son ya las siete y media! No hagas esperar al empresario de la plaza que la cosa no está como para perder oportunidades.


viernes, 18 de mayo de 2012

Rojo


Rojo sol de atardeceres,
rojo de ascua y candela
en la fragua.
Rojo de traje torero,
rojo vivo de amapola
en el trigal.
Rojo rubor de muchacha
cuando se acerca el galán.
Rojo traje de flamenca
en la caseta ferial.
Rojo el fuego de tus ojos
que abrasan solo con ver,
rojo el carmín de tus labios
y rojo, rojo,... el clavel.

jueves, 17 de mayo de 2012

Debutante


“Eran las cinco en punto de la tarde
Eran las cinco en todos los relojes”
Andrés recitaba mentalmente el poema de Lorca mientras esperaba el momento más importante de su vida después de su propio nacimiento. Su nacimiento, ¡qué lejos estaba ya aquél día en que su madre dio a luz a su quinto hijo (no hay quinto malo), a su Andrés de su alma y de sus desvelos!, desvelos, sí, desvelos, porque Andrés no había sido un niño difícil pero sí un tanto rebelde sobre todo en lo tocante a los estudios y a la elección de su futura profesión.
Su madre hubiera querido que fuese Ingeniero como había sido su padre a quien no conoció ya que murió en un accidente dos meses antes de que Andrés naciera, era pues hijo póstumo y por eso fue su madre la encargada de velar por el porvenir de sus cinco vástagos, todos ellos varones y todos ellos médicos menos Andrés a quien los libros le daban alergia o algo parecido porque no había querido tocarlos a partir de la adolescencia que es donde se suelen agudizar este tipo de enfermedades según decía Federico, el hijo mayor, que era especialista en medicina interna y algo debía saber al respecto.
Pero hoy era para Andrés el día más feliz de su vida, era el día de su debut, el día que había estado esperando desde que acudió por vez primera a la escuela de tauromaquia donde su amigo Antonio se preparaba para ser torero, torero sí, matador de toros y, casi con toda seguridad, figura del toreo al cabo de pocos años.
El sonido de los clarines le despertó de su ensimismamiento, tenía que prepararse porque la puerta de cuadrillas ya estaba abriéndose. Se colocó bien el sombrero de ala ancha y se estiró la chaquetilla del traje corto, cuando acabase el paseíllo y sonasen de nuevo los clarines, él tenía que abrir la puerta de toriles y dar larga al primero de la tarde.


martes, 15 de mayo de 2012

Teatro en Peñaflor

 
Desde aquí me hago eco de un evento muy interesante:

"V" Festival de Teatro de Peñaflor.
Del 16 al 31 de mayo de 2012.
Entradas gratuitas (se recogen en el ayuntamiento).


lunes, 14 de mayo de 2012

La encuesta


Eran las tres de la madrugada y estaba rendido, no en vano el día había sido extraordinariamente intenso y, después de cenar, había dejado terminado el proyecto que tenía que presentar a primera hora de la mañana. Estaba ya a punto de acostarse cuando sonó el teléfono. Dudó entre descolgarlo o dejarlo sonar pero, al fin, decidió contestar a la llamada.
- Hola, - dijo una voz de mujer al otro lado – estoy haciendo una encuesta sobre el insomnio. ¿Le importaría contestarme a unas preguntas?
Le faltó un pelo para mandar a paseo a la comunicante pero, en un arranque de buena educación, preguntó con ironía:
- ¿No le parece un poco tarde para hacer preguntas? – y luego continuó – Señorita, yo no padezco de insomnio, es más, en este momento tengo un sueño impresionante y estaba en vías de solucionarlo yéndome a la cama.
- Lo siento muchísimo, caballero, - contestó la voz – han debido darme su número por equivocación y estoy metiendo la pata. ¿Vd. no llamó hace unos días a la clínica del sueño diciendo que le era imposible dormir?
- No, mi querida señorita, no – contestó un tanto malhumorado – yo duermo todas las noches a pierna suelta, pero ¿es que Vds. hacen las encuestas sólo a determinados teléfonos?
- Por supuesto – respondió ella resueltamente – imagínese Vd. que llamamos a las tantas de la madrugada a alguien que no padece de insomnio.

sábado, 12 de mayo de 2012

Evento literario


Esta noche a las nueve, nuestro compañero bloguero Rafael García León presenta su libro de relatos: “Los nombres de la niebla”, en las Caballerizas del Palacio Portocarrero.
Desde este humilde blog nos hacemos eco del evento y le deseamos a Rafa el mayor de los éxitos.
Un pueblo que lee es un pueblo culto pero un pueblo que escribe es un pueblo creativo y con imaginación y buena falta nos hacen ambas cualidades.
Un abrazo bloguero, Rafa.

viernes, 11 de mayo de 2012

Virtualidad se escribe con uve


Si escribo una historia virtual sobre un papel virtual y la publico en una editora virtual para que la adquieran lectores virtuales, me da la impresión virtual de que, si me leen virtualmente, va a ser difícil que los comentarios virtuales me sirvan para que mis escritos ganen en virtualidad y se adecuen a los intereses virtuales de los que aún no han tenido la oportunidad virtual de leerme.
No sé si, “realmente”, me explico con claridad virtual.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Ya huele a Feria


Desde hace algún tiempo encuentro que la gente está más triste de lo normal. La crisis nos está haciendo que seamos cada vez menos proclives a la diversión y es que de dinero estamos lo que se dice tiesos como la varilla de un cohete.
La semana que viene tenemos la Feria, esa fiesta que todos los años nos hace reunirnos en las casetas con la gente que no vemos durante el resto del año (también con los habituales por supuesto) y compartir la charla aderezada con el ínclito rebujito, el jamón, la tortilla de patatas y todas esas viandas que devoramos como si no hubiéramos comido nunca, pero me huele a mí que este año la cosa va a estar minimizada hasta extremos insospechados porque la cartera de cada cual no dará para comer en la caseta, llevar a los niños a los cacharros, tomarse algún cubata y rematar con el chocolate y los churros.
Digo yo que podría tocarnos la lotería o el cupón ¿o no?

martes, 8 de mayo de 2012

Sensaciones


No sé cómo ocurrió pero lo cierto es que, en un momento dado, me encontré en una situación inesperada y, por más que yo buscaba en mi interior la causa, no lograba entender mi presencia en ese lugar.
Busqué con la mirada alrededor por si veía a alguien conocido a quien agarrarme como a un clavo ardiendo para salir airoso de aquel trance pero no encontré a nadie, sólo caras extrañas.
Entonces decidí que, por insólito que me pareciera lo que sucedía en torno mío, mi actitud iba a ser la de la Esfinge, permanecer hierático e impasible como si aquello no fuera conmigo.
Fue tanto y tan grande mi disimulo que conseguí equivocar a la Parca y continuar viviendo.
Ya de vuelta (en mi ser) comprendí que había sido sólo un sueño pues en el supuesto caso de que no hubiese sido un acto onírico estaríamos hablando tal vez de una resurrección.

sábado, 5 de mayo de 2012

Una historia alucinante


La puerta se cerró de golpe y me quedé a oscuras. Poco a poco mis ojos se fueron acostumbrando a la nueva situación y, como la oscuridad no era absoluta, fui descubriendo las características del lugar en el que me encontraba.
Se trataba de una estancia bastante amplia. Había una mesa y dos sillas en el centro y un espejo ocupaba la mayor parte de uno de los testeros de la habitación. No había ningún tipo de decoración y sólo una puerta que era por la que yo había entrado.
Lo cierto es que me había metido en la boca del lobo sin que nada ni nadie me hubiera obligado a ello.  Los hechos se habían sucedido de tal manera que yo no había podido controlarlos por más que lo había intentado.
La historia comienza un par de semanas antes cuando me disponía a ponerme cómodo después de cenar. Aquella noche yo no tenía previsto salir de copas pero fue Luis quien me telefoneó y me convenció para que le acompañara pues había quedado con una compañera del trabajo y ésta iba a ir con una amiga. Fue así como conocí a Shandra. Era una chica de unos treinta y tantos años, pelo castaño oscuro, ojos verdes de mirada un tanto salvaje, boca generosa con unos labios llenos y turgentes, poseía una figura esbelta y curvilínea con un caminar ligero y elástico, en definitiva, una bella mujer en su mejor momento.
Después de la segunda ronda de bebidas la compañera de Luis dijo sentirse indispuesta y él la acompaño a su casa con lo que nos quedamos solos y dispuestos a pasarlo lo mejor posible. Cambiamos de local y nos fuimos a una pequeña discoteca que acababan de inaugurar y bailamos, charlamos y bebimos hasta el amanecer.
Cuando salimos a la calle el sol ya estaba iluminando la mañana y tomamos un taxi que nos llevó a las puertas de su casa. Era un antiguo edificio de tres plantas con una fachada que me recordaba a alguna mansión de las que sólo se ven en las películas inglesas. Por iniciativa mía, intercambiamos nuestros números de teléfono y nos despedimos hasta otra ocasión.
Unos días después recibí un mensaje de texto de Shandra en el que me decía que lo había pasado muy bien conmigo aquella noche y que le gustaría repetirlo el próximo sábado.
La llamé a su teléfono pero no me contestó así que le respondí afirmativamente a su propuesta a través de un mensaje en el que le decía que la recogería a las nueve y media en la puerta de su casa si no tenía inconveniente.
Estuve el resto de la semana nervioso y deseando que llegase el momento de la cita pero a las ocho de la tarde sonó mi teléfono.
- Hola, soy Shandra, - me dijo con voz lacónica. Y sin esperar mi respuesta continuó – no pases a recogerme porque hoy me es totalmente imposible salir contigo. – y colgó.
Me quedé de una pieza y tardé en reaccionar. Cuando la llamé por teléfono sólo escuché el tan sabido mensaje: “El teléfono marcado está apagado o fuera de cobertura en este momento”.
Mi cabeza era un hervidero de ideas estúpidas y, después de intentar alguna alternativa, decidí salir a la calle sin rumbo fijo. No sé como sucedió pero cuando quise darme cuenta estaba aparcando en la acera de enfrente de su casa. Miré mi reloj, eran casi las doce de la noche, llevaba vagando por las calles casi tres horas y no me había dado ni cuenta de ello. La luna llena se reflejaba en los cristales de la casa y, cuando más ensimismado estaba, se abrió la puerta y un enorme animal con aspecto de lobo asomó la cabeza y después salió corriendo alejándose de mi posición.
No pude refrenar el deseo de seguirlo y puse en marcha el motor del coche para iniciar una persecución a gran velocidad. De pronto el animal desapareció de mi vista y, cuando estaba a punto de llegar a la intersección a toda velocidad, me salió por la derecha sin que tuviera tiempo a reaccionar. El golpe fue tremendo y vi volar a la fiera que cayó al suelo y se quedó inmóvil.
Salí del coche y me acerqué despacio al bulto inerte aunque me pareció que se removía y me detuve en seco. Aquella cosa estaba convulsionando y transformándose ante mis horrorizados ojos. Cuando acabó su metamorfosis me quedé helado: tenía a unos metros de mí a Shandra completamente desnuda y en medio de un charco de sangre. Mi capacidad de movimiento desapareció y sólo reaccioné cuando alguien dijo a mis espaldas:
- Queda detenido por conducción temeraria con resultado de homicidio. Haga el favor de no hacer ningún movimiento extraño.
Y sentí unas esposas cerrándose en torno a mis muñecas. Como un sonámbulo, y sin dejar de mirar a Shandra, me dejé llevar hasta el coche-patrulla que me condujo a la comisaría de policía donde me encuentro.




viernes, 4 de mayo de 2012

Finalista


Mi poema “Y es que no estás” ha sido elegido finalista en el II Certamen de Poesía Amatoria, Gozosa y Erótica de la Editorial Hipálage. Esperemos que no sea sólo una anécdota y podamos participar a todos y a todas alguna otra noticia del mismo tipo en el futuro.
Por si alguien está interesado en conocer el poema, lo transcribo a continuación:

Y es que no estás
Y es que no estás…
¿Dónde te has ido, amor, que no te encuentro?
¿Dónde dejaste aparcadas la ilusión y la lujuria
que se despiertan cuando estás conmigo?
Me abandonaste en la dura soledad,
protegido tan sólo por recuerdos
de ternura, de amor y de caricias
y la lejana esperanza de tus besos…
Ahora no estás…
y se retuercen mis deseos
cual torbellinos de apasionada excitación
que me provocas aún en la distancia, ...
sin tu presencia,
porqué es por ti por quien espero y desespero,
mi más preciado bien, mi gran tesoro
que te escapas sutil entre mis dedos
como la arena fina de la playa
y me aturdes en cada anochecer,
cuando te busco junto a mi almohada...
y no te encuentro.

jueves, 3 de mayo de 2012

Malhumorado despertar


Aquel día Roberto se despertó de mal humor. No había podido conciliar el sueño en toda la noche. Había permanecido en la cama preso de un extraño duermevela que no le permitía ni siquiera moverse, era como si sus músculos hicieran oídos sordos a los mandatos de su cerebro y permanecieran aletargados.
Cuando consiguió levantarse, se dirigió directamente a la ventana, subió la persiana y tuvo que cerrar los ojos hasta que sus pupilas consiguieron acostumbrarse a la cegadora claridad del sol de primavera. Fue a la cocina con la intención de prepararse un café que terminara de despabilarle y, cuando abrió el frigorífico para coger la leche, un hedor nauseabundo le recibió tan “calurosamente” que estuvo a punto de tirarlo de espaldas. Cerró rápidamente la puerta y corrió al fregadero para echarse agua en la cara y quitarse de encima el sofoco que le había producido el fétido olor que acababa de respirar.
El ruido de la cafetera le devolvió a la realidad. Se tomó el café amargo porque no encontró el azúcar por ninguna parte y se dispuso a darse una ducha para irse a trabajar.
Llegó al baño y casi se muere del susto cuando se vio reflejado en el espejo, la cara de un reptil de ojos saltones le devolvía la mirada desde el otro lado del cristal, levantó una mano y el monstruo respondió levantando una garra de uñas afiladas, abrió la boca y entonces fue cuando se horrorizó del todo al contemplar como aquel pariente de los dinosaurios abría la suya mostrando dos filas de enormes dientes. Su cuerpo estaba cubierto de escamas de un color verde amarillento y notó la presencia de una cresta de placas córneas en su cabeza y que recorría toda su espalda hasta… sí hasta aquél rabo que él no se había visto nunca. No cabía la menor duda de que se había convertido en un reptil, en un frío y asqueroso reptil.
Alguien lo sacudió de pronto…
- ¿Qué tonterías estás diciendo, Roberto? Levántate ya de la cama que vas a llegar tarde a la oficina – le dijo su mujer con voz cariñosa - ¿Se puede saber qué te pasaba con un reptil?

martes, 1 de mayo de 2012

Alfabética


América: abúlica, acrática.
Bulímica, balánica, boxística.
Carbónica, colérica, caótica.
Dalmática, domótica, didáctica.
Estética, ecuménica, económica.
Fantástica, famélica, fanática.
Geriátrica, genética, galáctica.
Herética, histórica, histérica.
Itálica, irónica, impúdica.
Japónica, jerárquica, jurásica.
Leónica, lacónica, levítica.
Magnésica, magnética, magnífica.
Neumática, neumónica, neurálgica.
Orgánica, orogénica, orgiástica.
Patriótica, política, polémica.
Quimérica, quirúrgica, querúbica.
Rabínica, romántica, retórica.
Sarcástica, sardónica, semítica.
Talmúdica, tartárica, traumática.
Urémica, urética, utópica.
Vandálica, verídica, vesánica.
Xenónica, yogúrica y zafírica.