viernes, 25 de mayo de 2012

Algo inexplicable…


Quería gustar a todo el mundo pero sólo conseguía el rechazo más humillante. Lo intentó de todas las maneras que se le ocurrieron y nada, no había nada que hacer, todo fue en vano, hasta que un día, posiblemente el día menos pensado, sucedió el milagro, la “inversión copernicana”: Todas querían ser amigas suyas, todas querían hacerle su confidente, el depositario de sus secretos a voces. Ahora siempre se encontraba rodeado de chicas que se disputaban su atención y luchaban entre sí por acapararle.
¿Qué había pasado? ¿Qué sucedió para que este cambio radical se produjera? Pensó y pensó pero, por más que lo pensara, no fue capaz de encontrar una explicación que justificara la nueva situación de su persona con respecto a “ellas”, pero,… ¿y con respecto a “ellos”?, ¿acaso no le miraban con envidia?, no estaba seguro del todo aunque percibía que le observaban de manera diferente:
Un día lo comprendió todo, fue cuando decidió declarar su amor a Conchita que le tenía loco desde la más tierna adolescencia. Después de escucharle con cara de sorpresa mayúscula, ella le preguntó: ¿Pero tú no eras gay?

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