viernes, 24 de agosto de 2012

Una luz en la ventana


Caminando de noche por aquella dehesa de encinas centenarias, sin reloj y sin saber muy bien donde se encontraba cuando su coche dejó de funcionar, Juanjo había perdido ya la noción del tiempo y se encontraba perdido.
La noche sin luna le tenía un tanto sobrecogido. De cuando en cuando el ruido de un tropel de cerdos que corrían asustados por su presencia le hacían dar un respingo de sobresalto aunque, cuando los oía gruñir, se tranquilizaba y seguía caminando entre tinieblas vislumbrando los árboles y los matorrales a la luz de las estrellas.
En medio de la oscuridad reinante le pareció que a lo lejos brillaba una luz. No se lo pensó dos veces y en esa dirección encaminó sus pasos, pero la luz, tal vez por las irregularidades del terreno o por la espesura, desapareció de su vista y, aunque siguió durante un rato caminando en la misma dirección, no conseguía volver a verla. Se detuvo pensando que quizás había sido sólo un espejismo provocado por su estado de ansiedad pero prosiguió la marcha y, al cabo de unos minutos volvió a distinguir la luz y ahora le parecía que estaba mucho más cercana.
Continuó su caminar cada vez con más rapidez hasta que pudo distinguir la silueta de una casa por una de cuyas ventanas se filtraba la luz que le había guiado hasta allí.
Ahora podría preguntar por la población más cercana para dar aviso a algún mecánico que pudiese reparar su automóvil. Tocó en la puerta y ésta se abrió produciendo un siniestro chirrido, se sobresaltó pero, haciendo un esfuerzo, pasó al interior y lo que vio le heló la sangre en las venas:
Allí no podía informarse de lo que él quería porque la persona que podría haberle dado la información se hallaba colgada de una viga.
A los pies del ahorcado había una hoja de papel. Se agachó para recogerla y leyó:
“Llevo intentando salir de este lugar tres años y por más que lo he procurado, tanto de día como de noche, siempre acabo volviendo a esta maldita casa. Estoy desesperado y he decidido quitarme la vida.”


7 comentarios:

  1. ¿una pregunta mi teniente ? ni el perdido, ni el muerto tenian un movil a mano, en España según dicen hay una media de tres por personas.Ruego me indique para terminar el informe y remitirselo a la superioridad.
    A sus ordenes

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  2. parece ser que se lo dejó en el coche y además no tenía carga en la batería. Y, además, es un cuento, Gómez,... un cuento, ¿me comprende?

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  3. perdone mi teniente, !!! solo fueron 3 meses de academia !!! labrar olivos se me daba mucho mejor.

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    1. Mejor será que se dedique a banquero que eso es lo que hoy día dá dinero (me ha salido en copla)

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    2. Maestro jubilado, a ver si repasa las reglas ortográficas, que se le va la mano en las tildes...

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  4. Inquietante. Dicen las crónicas que don Francisco siempre estaba es su despacho del Palacio del Pardo trabajando por y para España, la gente lo sabía porque la luz siempre estaba encendida y se veía desde lo lejos. ¿Se verá también encendida en las oscuras noches madrileñas la luz del despacho de Mariano Rajoy en La Moncloa? El problema es que nadie fue a comprobar si los respectivos estaban en sus despachos… mira que si les había pasado lo mismo que al señor que se ahorcó… Esto explicaría que en España manden siempre los mismos… ¿O no?

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    1. Pudiera ser una explicación, lo tendré en cuenta y gracias por la aportación.

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