viernes, 28 de septiembre de 2012

Lo tenía decidido



María y Ángel, embutidos en sus impermeables, avanzaban por la calle en medio del fragor de la tormenta. Un relámpago cegador iluminó la escena como si fuese de día y, al par que estallaba un  trueno impresionante, todas las farolas se apagaron de pronto.
María, sobresaltada, se arrimó a su pareja pero sintió que Ángel eludió el contacto al instante.
- ¿No te da miedo la oscuridad?
- No.
- Dame la mano.
- La tengo en el bolsillo, tengo frío.
- ¿Vas a subir a casa?
- Es tarde, tengo sueño.
María sintió como se le formaba un nudo en la garganta, dos lágrimas rodaron sin control por sus mejillas y una levísima sonrisa se asomó a sus labios, pero Ángel no podía verla, miraba hacia adelante y la oscuridad era casi absoluta. Ella sabía, sin que él se lo dijera, que volaría pronto muy lejos de su lado, por eso ya había decidido quién iba a ser el siguiente en su vida amorosa.

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