domingo, 4 de noviembre de 2012

Vivir



Cuando empezamos a relacionarnos en sociedad los eventos que compartimos con los demás son las bodas de nuestros amigos y amigas y luego los bautizos de nuestros hijos e hijas. Unos años después vamos compartiendo las comuniones y, al cabo de cierto tiempo las bodas de nuestra  prole y los bautizos de sus vástagos, pero hay un momento en que comenzamos a compartir también la muerte de nuestros seres queridos y eso ya no es tan agradable como lo anterior. Vamos perdiendo familia y nos quedamos como el último bastión de nuestro apellido oteando el horizonte de nuestro destino que no queremos que sea visible para así no sentirlo demasiado próximo aunque sabemos que, en algún momento, será inevitable pero no terrible porque atrás quedarán todos esos años que habremos vivido y disfrutado con los demás.
No sé si me estoy poniendo demasiado trascendente pero es que el jueves pasado se me fue mi madre y todavía no entiendo cómo ha sido.

2 comentarios:

  1. No te esfuerces en comprenderlo. La vida es así, tiene fin. De una u otra manera, pero siempre hay un fin. Solo cuando "acabamos" nosotros mismos es cuando dejamos de preocuparnos por ello. Y entonces ya no hace falta buscar ni razones ni causas.

    Un abrazo.

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  2. Siento muchísimo tu pérdida. No te pones trascendente porque la misma vida es trascendente. Es el orden vital que va acumulándose en nuestra memoria, en momentos felices y en otros mas tristes. No busques razones.
    Un abrazo

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