viernes, 28 de junio de 2013

Y llegó Geibal



Hace cuatro años recibimos en nuestra familia a Brahim Salem que pasó con nosotros tres veranos y seguimos semana a semana manteniendo el contacto y el cariño tanto con él como con su familia.
Ahora, cuando llevábamos dos años intentando que viniera Fátima (la hermana de Brahim), nos dijeron que era imposible que viniera este verano y, sin embargo, había varias niñas que no tenían familia de acogida en la provincia de Córdoba. Después de pensarlo un corto tiempo tomamos la decisión de acoger a una niña y el próximo verano queremos que vuelva y, junto con ella, que venga también Fátima.
Todo este asunto se ha destapado hoy con la llegada de Geibal. Es una niña preciosa de diez años que tiene, como decía el poeta, la Arabia en unos ojos que no le caben en su carita. Esperamos dar la talla para que pase un tiempo feliz entre nosotros.

martes, 25 de junio de 2013

Amigos de los niños saharahuis



El próximo viernes recibiremos en nuestra casa a una niña saharaui que viene a pasar el verano con nosotros. De alguna manera es nuestra forma de colaborar con ese pueblo olvidado en medio de las arenas del desierto del Sahara en la zona sur de Argelia.
Era el año 1975 cuando nuestro gobierno (el del general Franco) abandonó a su suerte a un puñado de ciudadanos españoles que vivían en la provincia del Sahara Occidental.
Nuestros soldados hubieron de retirarse por orden del gobierno para dejar el paso libre a los invasores marroquíes que, engañados a su vez por su gobierno (el de Hassan II) llegaron pensando que aquel territorio era de su propiedad.
En todo este disparate político tuvo mucho que ver el gobierno de los Estados Unidos que necesitaba explotar las minas de fosfatos del Sahara amén de conservar su hegemonía en la región a través de sus bases militares en territorio marroquí.
Vaya esta pequeña reseña histórico-vivencial para que los que no vivieron esa época tengan una sucinta información de aquellos hechos y del porqué algunos vecinos de Palma del Río acogemos en nuestras familias a los hijos de unos españoles que fueron abandonados por su gobierno.
Y digo yo:
¿El gobierno del Sr. Rajoy nos abandonaría si llegara el caso?

domingo, 23 de junio de 2013

Tránsito



Ordenaron colocarle una venda en los ojos y, sorprendentemente, no se resistió pues poca cosa podía hacer con las manos atadas. Esta actitud envalentonó a sus captores que habían sufrido en propias carnes la violencia de sus golpes al defenderse cuando entre tres le hicieron prisionero. Ahora, pensó, me llevarán a su guarida y entonces será el momento de desembarazarme de las ligaduras y de la venda para ajustarles las cuentas.
El ruido creciente de un motor le advirtió de la llegada de su transporte…
El impacto contra el camión fue brutal y pasó del sueño a la otra vida sin darse cuenta.

viernes, 21 de junio de 2013

Fin de Curso



Hay una página de Facebook que ha abierto una antigua alumna del Colegio Público Séneca y allí todos los que fueron alumnos se han ido agregando. Es un placer infinito el que se siente cuando les ves escribir sobre sus compañeros y compañeras, sobre los viajes que realizaron con sus profesores y profesoras, sobre los teatros de fin de curso, las murgas de Carnaval, las acampadas en las que incluso participaban en le elaboración de las comidas.
Incluso hay algunos de ellos y de ellas que ya no residen en Palma y esta página ha hecho el “milagrito” de volver a ponerlos en contacto. Se pasan fotos de aquellos años y cuando alguno ha visto las deplorables condiciones en que las circunstancias han puesto el edificio de aquel que fue su colegio, se ha quedado bastante apenado.
Como maestro que fui y participé en aquellos años que ellos y ellas recuerdan con tanto cariño no puedo menos que sentir pena por todos esos compañeros y compañeras maestros y maestras, profesores y profesoras que nunca van a poder sentir lo que yo siento hoy y, también, por los alumnos y alumnas que no podrán acordarse nunca de sus viajes del colegio.
¡Es una lástima!

miércoles, 5 de junio de 2013

Doce campanadas



Dang… Primera campanada. Una ráfaga de miedo cruzó su mirada y apretó el paso en dirección a su casa.
Dang… Segunda campanada. Torció a la derecha para tomar su calle pero el tumulto que venía en dirección contraria casi le arrolla cuando asomó por la esquina. Soltó una imprecación y se pegó a la pared para tratar de avanzar hacia su morada.
Dang… La tercera campanada del reloj de la torre llegó a sus oídos cuando sólo había podido llegar a menos de un tercio de la distancia que necesitaba recorrer.
Dang… El gentío le seguía impidiendo que progresara en su desesperado intento por llegar a lugar seguro.
Dang… Comenzó a sudar de forma copiosa sintiendo como los nervios le atenazaban la garganta impidiéndole gritar a la gente para que se apartara y le dejara libre el paso.
Dang… Estaba casi a la mitad del camino cuando tropezó y a punto estuvo de ser pisoteado por la turba.
Dang… Siete campanadas y aún estaba a casi cincuenta metros del pórtico.
Dang… Ocho y sus progresos eran mínimos.
Dang… Dang… La secuencia implacable de las campanadas era como un martillo que le aporreaba inclemente mientras pugnaba por acercarse a su destino.
Dang… Ya casi podía tocar la mocheta de la puerta. Se estiró como buenamente pudo y, en un desesperado intento, se lanzó hacia el interior pasando casi por encima de varios individuos.
Dang… El sonido de la duodécima campanada coincidió con el golpe de su cuerpo contra el duro suelo del zaguán. Sus ropas estallaron ante el inusitado crecimiento de su anatomía y, cuando quiso abrir la puerta que daba acceso al patio, le fue imposible manejar la llave con aquellas garras en que se habían convertido sus manos. Cerró de un empellón la puerta de la calle y se acurrucó en un rincón completamente extenuado.
La aurora le sorprendió desnudo y tiritando de frío. Así pasó su primer plenilunio como hombre-lobo.


martes, 4 de junio de 2013

Ya era tarde



Llevaba un par de horas andando por el polvoriento camino cuando divisó una línea de vegetación a unos doscientos metros que le hizo pensar en la frescura de un arroyo.
Dirigió sus pasos hacia la floresta a campo través, pues el camino seguía una dirección paralela, y en pocos minutos pudo sentir el alivio de la sombra de los árboles.
Se internó en el bosque de galería y, al poco, escuchó el sonido del agua que no tardó en ver. Era un riachuelo de unos diez metros de anchura y cristalinas aguas que le saludaron con un acogedor rumor.
Se acercó a la orilla y no pudo resistir la tentación. Se quitó los zapatos e introdujo los pies en la fresca corriente. ¡Qué placer! Después del tiempo que había estado caminando aquello se le antojó el Paraíso.
Miró a su alrededor para disfrutar de la vista y entonces fue cuando las ramas de un árbol movidas por una repentina brisa le mostraron un cartel: “PELIGRO, PIRAÑAS”.