jueves, 26 de septiembre de 2013

Rutinas



Siempre que volvía tarde a casa el cuadro que contemplaba era el mismo: una bandeja encima de la mesa de la cocina con un cubierto y un plato tapado con otro boca abajo para tratar de evitar (sin conseguirlo) que se enfriase el contenido.
Mi madre se rebullía en la cama procurando que el somier chirriase un poco como avisándome de que había estado despierta para esperarme. Los ronquidos de mi padre llenaban el ambiente dando cumplida información de su estado de tranquilidad acerca de mi tardanza. Mis hermanos en su litera dormían plácidamente.
Casi de puntillas y sin hacer ruido arrimaba la silla a la mesa de la cocina después de cerrar la puerta y destapaba la cena sabiendo que no habría sorpresa, tenía huevos… con patatas fritas.

2 comentarios:

  1. La rutina perfecta y la cena perfecta (aunque algunos piensen que es un desayuno). Un relato que responde a su título, pero que apetece. Enhorabuena.
    Un saludo
    Juan M
    juanmanuelsanchezmoreno.blogspot.com

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    1. La verdad es que me gustan los huevos con patatas... y el cocido aunque lo haya comido mil veces

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