jueves, 7 de noviembre de 2013

Nada



Mientras su padre cerraba la tapa del contenedor, sin hacer el menor ruido, la mirada de Miguelito se iba volviendo cada vez más triste y su cuerpo pareció empequeñecerse. Sus azules ojos se encontraron con los de su progenitor interrogándole sin mediar palabra y éste asintió con un movimiento de cabeza y con la misma mudez de su hijo. Cabizbajos y cogidos de la mano emprendieron el regreso a casa. Llevaban ya cerca de dos horas y habían mirado en todos los contenedores del barrio con el mismo resultado: Nada, se pasarían otra noche sin cenar.

1 comentario:

  1. Esa es la vida que muchos presentan como ficción, JF, pero parece que cada vez es más frecuente. La huelga de basureros de Madrid puede ser el alivio de muchas hambres.
    Un saludo
    JM
    juanmanuelsanchezmoreno.blogspot.com

    ResponderEliminar