domingo, 23 de febrero de 2014

Recordar los sueños



Era una tarde plomiza del final del invierno. El cielo amenazaba lluvia desde primeras horas de la mañana pero no había caído ni una gota. Ahora, que la tarde comenzaba a agonizar, una suave brisa comenzó a soplar como preludio del chaparrón que se avecinaba.
El repiqueteo de la lluvia en los cristales fue lo que le sacó de sus cavilaciones y, como si aún estuviera en las nubes, con cara de no comprender nada, su vista se fijó en los chorritos de agua que poco a poco iban mojando el vidrio recorriendo caprichosos caminos de arriba a abajo.
Al mismo tiempo su mano tomó la estilográfica que reposaba junto al cuaderno y comenzó a escribir sin siquiera ser demasiado consciente de ello. Al cabo de un tiempo pareció despertar de golpe abandonando el sopor que le había tenido maniatado y leyó lo que había escrito: le pareció mentira la forma en que había contado todo un sueño.

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