domingo, 22 de junio de 2014

El final del cuento



… Leoncio se quedó quieto y renunció a arrancarle la cabeza a la señora de un solo bocado. Eso sí, se relamió de gusto pensando en lo que podría haber sido un manjar exquisito, (la señora estaba de muy buen ver), pero después de olisquearla se dio la vuelta y se tumbó al fondo de la jaula.
         Un rumor de decepción se extendió entre los que asistían mudos al acontecimiento: “¡Era imposible, el león no se había comido la cabeza de la dama!”.
         Todos estaban estupefactos pero la señora no podía creer lo que le pasaba: Del susto se le habían pasado las dichosas migrañas y saltaba de alegría por ello y por conservar la cabeza sobre sus hombros.
         A partir de entonces la gente sólo se aproximaba a los barrotes de la jaula de Leoncio y, cuando éste saltaba amenazador, el susto hacía el milagro de curar al enfermo.
         Y colorín colorado…

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