Todavía recuerdo el primer día en que
me incorporé al coro del Centro Filarmónico “Maestro Eloy Viro”. “Manolín”, con
aquella sonrisa franca que era su bandera, me acogió y me fue ilustrando poco a
poco en las distintas piezas que componían el repertorio. Su voz, bien timbrada
y potente era la guía que seguíamos el grupo de barítonos. Jamás dudaba una
nota y siempre afinaba a la perfección.
Después, en el Grupo Azahares también
fuimos compañeros de voz y, en franca camaradería, lo pasábamos muy bien tanto
en los viajes como en los conciertos.
En las murgas, desde “Los niños
cantaores de Villaloca” hasta la última de las que compartimos en Azahares era
un referente para todos y todas, y sufríamos con él cuando se deprimía por
tener que cantar cosas que no compartía.
Cuando hace unos años comencé a
observar que su memoria le estaba traicionando no quise creer que era el
anticipo de la terrible enfermedad que se lo ha llevado de entre nosotros,
seguramente porque me negaba a reconocer que mi amigo iba a pasar ese calvario.
Ahora “Manolín” descansa y, esté donde
esté, quisiera creer que este humilde homenaje le llegará de alguna manera.
¡Hasta
siempre, amigo, seguro que volveremos a cantar juntos en algún otro lugar!
¿Cómo puede comentarse un texto que no tiene padre(que se ampara en el anonimato)?
ResponderEliminarNo hace falta que lo comentes
ResponderEliminarUn buen recuerdo para tu amigo que siempre estará en el corazón.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Muy agradable leerte.
Un beso