miércoles, 6 de agosto de 2014

Difícil de explicar



Albino y Julián caminaban como de costumbre manteniendo una animada conversación. Iban tan inmersos en el tema que debatían que no observaron como una tormenta de grandísimas proporciones se aproximaba a toda velocidad tal como era habitual en aquellos lares del trópico.
El estruendo del primer trueno les hizo volver a la realidad de golpe y porrazo. Rayos y centellas caían por todas partes a su alrededor. Con el corazón en un puño corrieron hacia la marquesina de un bar con el fin de guarecerse pues, además del aparato eléctrico, había comenzado a llover de forma torrencial.
El camión de los perritos calientes aparcó junto al bar donde estaban los dos amigos porque el conductor no podía ver bien a causa de la lluvia. Era un furgón que se abría por un lateral formando un mostrador y encima del vehículo llevaba un gran perro de plástico con la boca abierta y la lengua fuera.
Como quiera que la lluvia arreciara y la marquesina que les protegía era bastante estrecha, intentaron entrar dentro del bar pero era casi imposible por la cantidad de gente que ya estaban dentro. A duras penas Julián consiguió entrar pero a Albino le fue totalmente imposible por lo que, sin pensarlo dos veces, se encaramó al camión y se metió dentro del perro.
El conductor decidió cambiar de sitio porque llovía algo menos y podía ver por donde iba pero Albino, cuando sintió que su refugio se movía, intentó salir y se le enganchó un pie dentro con lo que se quedó colgando de la boca del perro.
Julián que contemplaba la escena boquiabierto pensó para sus adentros:
Y ahora cómo le explico a su mujer que se lo ha llevado un perro en la boca.

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