martes, 12 de agosto de 2014

Naturaleza



Llevaba un buen rato observándolo, seguía su vuelo como hipnotizada, sin mover un músculo, como si fuera parte del paisaje. Su paciencia era infinita por naturaleza y por ello, cuando sintió el leve tirón del hilo de seda, se desplazó sin prisas hasta el moscardón que se debatía pegado a la telaraña y le inyectó su jugo letal.

2 comentarios:

  1. en ocasiones he deseado ser una especie de araña y ver sufrir a más de uno/a.... pero en el fondo soy buena persona...

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