sábado, 27 de septiembre de 2014

Umbral diferencial



Olía mal, olía peor que mal, realmente era un olor nauseabundo que levantaba el estómago y producía unas ganas irrefrenables de vomitar pero al cabo de un rato el hedor se iba haciendo poco a poco soportable, tanto es así que después de quince minutos ya no era perceptible. Algo parecido pasa con la corrupción. ¿O no?

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