miércoles, 26 de noviembre de 2014

Donde ponía el ojo…



         Llegó al dentista con el miedo metido en el cuerpo. Había sólo otra persona en la sala de espera así que, cuando la hicieron pasar, se quedó a solas con sus temores.
         Era tal su preocupación que decidió mirar a través de la cerradura lo que acontecía en la otra habitación con el fin de intentar tranquilizarse.
         Al cabo de observar durante un rato y comprobar que no se oían gritos y se veía que el otro paciente no braceaba ni intentaba levantarse de la camilla comenzó a sentirse mejor y a liberarse poco a poco de la tensión nerviosa que llevaba soportando durante todo el día…
         ¡El siguiente! Dijo la enfermera abriendo la puerta de pronto.
Pudo comprobar en carne propia que la puerta se abría hacia afuera.

1 comentario:

  1. A mi se me quitó el miedo a los dentista el día que di con una que está taco de wena. (Vale.. no se me quitó el miedo pero voy con otro ánimo.)

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