viernes, 19 de diciembre de 2014

Mala suerte



Nadie le oyó cuando pidió socorro pero eso, al fin y al cabo, no fue lo peor. Lo peor fue que habría sido imposible que le oyeran porque no había ni un alma en varios kilómetros a la redonda y es que la noticia de que un preso peligroso se había escapado de la prisión provincial corrió como la pólvora y todo el mundo se quitó de en medio.
Ahora que la policía había dejado de buscarle no podía salir del agujero en el que había caído durante su huída nocturna a través del bosque.

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