Tal vez
pueda ser éste el epígrafe bajo el que vaya publicando diferentes entradas
relacionadas con mis recuerdos de juventud.
Hoy me
he acordado de Juan Atienza, un buen amigo de mi padre al que llamaban
cariñosamente “Juan Raya Ancha” porque era calvo de solemnidad y él, en broma,
presumía de que no lo era sino que se hacía la raya demasiado ancha. Era un
hombre simpático y agradable que se dedicaba al bobinado de motores eléctricos
pero cuando ese tipo de trabajo se vino a menos a finales de los sesenta, puso
un pequeño bar en la calle Magistral Seco de Herrera del barrio cordobés de la
Ciudad Jardín.
Sólo había bebidas y tapas frías pero
destacaba una tapa cordobesa cien por cien que antiguamente solía tomarse en el
Círculo Mercantil como bien dice el romance a Córdoba del desaparecido Pepe
Marchena: “El huevo a la pastora”.
Con este nombre tan rimbombante se
hacía referencia a medio huevo duro con ensaladilla rusa y salsa de tomate.
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