Ya está aquí el primer Martes y Trece
del nuevo año pero no viene solo sino que le acompaña otro en el mes de
Octubre.
Cuando llega esta fecha no puedo por
menos que acordarme de mi padre y del “respeto” que le tenía por no decir que
le profesaba auténtico miedo.
Era
curioso cómo un hombre culto y con mucho mundo a cuestas se derrumbaba
auténticamente cuando llegaba un martes y trece y no era capaz de salir a la
calle. Yo le chinchaba con el asunto pero a él no le importaba que me riese de
su superstición, decía: “Tú ríete que a mí si no salgo a la calle un día no me
pasa nada” y se quedaba tan tranquilo leyendo sin siquiera quitarse el pijama
en todo el día.
En casa también hay una que no sale ese día.
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