Necesitaba saber lo que estaba
ocurriendo fuera. Había perdido la noción del tiempo porque la estancia donde
se encontraba no tenía ventanas. Su madre le encerró en la “habitación del
pánico” cuando sintió a los ladrones trasteando en el salón. ¿Qué habría pasado
para que su madre no volviese a por él? ¿Conocía alguien más la existencia de
aquella habitación? Creía recordar que lo sabía el albañil que hizo la obra por
encargo de su padre pero hacía mucho tiempo que no le veía y tal vez se hubiera
ido a otro lugar o incluso podría haber muerto. Su estómago que le había
maltratado durante horas parecía haberse resignado a no digerir nada porque las
provisiones que había en el frigorífico se terminaron hacía ya varias horas o
días o quien sabe si eran semanas… Se sentía débil, muy débil, tan débil que se
le estaba pasando hasta la angustia de sentirse encerrado… Poco a poco se fue
quedando dormido…
─ ¡Papá! ¿Tú estás
seguro de que esto es un cuento infantil para que yo me duerma?
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