sábado, 14 de febrero de 2015

Recuerdos: La Tata Isabel



         Tenía el pelo blanco, los ojos azules y un corazón como una casa donde podía albergar a quienes quería y aún le quedaba espacio. La tata Isabel era una mujer que nunca se enfadaba y no por falta de motivos. Toda una vida trabajando duro y, cuando mi padre le arregló los papeles para que cobrase la vejez, se empeñó en venir a trabajar a nuestra casa e incluso no quería cobrar aunque mi padre no estuvo dispuesto a consentírselo.
         Desde que yo nací dormía en mi habitación en la “cama de soltero” de mi padre y se encargaba de mi persona con una solicitud y con un cariño que se diría que era mi tercera abuela.
         Estuvo con nosotros hasta que nació mi hermano Luis porque mi padre ya no quiso permitir que siguiese trabajando a sus casi ochenta años pero, aún así, iba de vez en cuando a casa de mi abuela María para ayudar tanto en la cocina como en las labores de la casa.
         Yo seguí viéndola con frecuencia pues iba a visitarla a casa de su hija donde vivía hasta que murió con casi cien años.

1 comentario:

  1. yo que no conocí a mis abuelas de sangre, había en el barrio una señora que estaba siempre en casa, y que para mi fue como mi abuela, a la que podía acudir para coser una cremallera, planchar una camisa y en definitiva para todo... el día que murió la lloré tanto o más que a mi propia abuela

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