Eran las tres y media de la madrugada
cuando decidió que ya estaba harta de aguantar las borracheras de su panda de
amigos y les dejó plantados diciendo que iba al tocador para retocarse.
Efectivamente fue al servicio de señoras,
se retocó un poco y salió pero directamente a la calle. Una densa niebla la
recibió cuando puso el pié en la acera. Dudó unos momentos entre irse a casa
andando entre la niebla o volver a entrar en el pub y seguir con lo mismo de
antes; decidió marcharse a casa orientándose por la luz de las farolas que se
filtraba con dificultad a través de la neblina.
Después de andar durante más de una
hora se sintió totalmente perdida en su propia ciudad. Se apoyó en un coche que
estaba estacionado junto a una farola y, cuando iba a reemprender su errático
camino, la correa de su bolso se enganchó en la manilla de una de las puertas y
ésta se abrió. No se lo pensó dos veces y se arrellanó en la parte de atrás
para descansar un rato. Se estiró para encender la radio del vehículo y puso
música a un volumen tremendo, estaba cabreada y necesitaba algo fuerte que
aunque parezca mentira la fue calmando y relajando poco a poco. Apagó la radio
y mientras pensaba qué camino tomar para tratar de encontrar su casa, se quedó dormida.
La radio a todo volumen la despertó de
pronto y, cuando se estaba desperezando, abrió los ojos y se encontró con un
chico en el asiento del conductor que la miraba con cara de sorpresa mayúscula.
─ ¡Pero qué haces aquí dentro! ─
Le gritó.
─ Perdona, pero te dejaste el coche abierto y con la
niebla no era capaz de dar con mi casa…
GENIALLL!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarme quedo con la historia de él
Los hombres son mas sinceros
Y si sucedió así de verdad...
ResponderEliminarFabuloso
Un saludo
JM