lunes, 29 de junio de 2015

Teléfono de atención al cliente



         Oiga, ¿es Vd. el que atiende las reclamaciones?
         Sí señor, ¿cuál es su problema? (Tono amable y profesional)
         Ninguno, el único que va a tener un problema va a ser Vd. (Tono un poco chulito)
         ¿Siii? ¿Cuál? (Tono un poco mosqueado)
         Pues como se alargue mucho esta conversación… (Tono amenazante)
         ¿Qué pasa si se alarga esta conversación? (Tono cabreado)
         Pues que le estoy llamando a cobro revertido desde Hong-Kong y la factura le va a salir por un pico. (Corta comunicación)

Médico de guardia



         Cejas pobladas enmarcando unos ojos enrojecidos por las horas de vigilia de una guardia “movidita”, barba entrecana y descuidada bajo una aguileña nariz y una boca torcida en un rictus que denota un cansancio cuasi extremo. Los cabellos largos, crespos y despeinados como los de un león después de una pelea. El fonendo al cuello cual estola y la bata arrugada y desabotonada.
         Si te lo encuentras de pronto en un callejón oscuro te da un susto de muerte.

domingo, 28 de junio de 2015

La carrera



         Había sido una tarde de calor sofocante pero cuando el sol se escondió detrás de la última duna, la temperatura comenzó a bajar de forma apreciable.
         Andrés pensó que si había llegado vivo hasta las cercanías del oasis, podría avanzar ahora aunque fuese a gatas hasta la laguna o el pozo que suponía habría en el interior del pequeño palmeral.
         Intentó ponerse a cuatro patas pero sólo consiguió estirar uno de sus brazos sintiendo un dolor que se le clavaba hasta el tuétano de los huesos. Decidió esperar hasta que el frescor de la noche le devolviera la vitalidad necesaria pera intentar acercarse a su salvación.
         Las horas fueron avanzando de forma inexorable hacia el siguiente amanecer y Andrés únicamente pudo arrastrarse una decena de metros. Se puso boca arriba y, taloneando en la arena, consiguió arrastrarse unos metros más pero no era suficiente, aún le faltaban unos cincuenta para alcanzar el palmeral.
         La claridad que comenzó a iluminar el horizonte le hizo sobrecogerse de temor: el nuevo día estaba próximo y el calor acabaría con las escasas energías que conservaba.
         Se concentró y, desde lo más profundo de su ser, sacó la fuerza suficiente para levantarse y correr a trompicones buscando el agua, pero ya era tarde… demasiado tarde… su loca carrera no era más que un espejismo y, cuando miró hacia atrás, pudo ver su cuerpo exánime tendido cara al sol que acababa de asomar por detrás de las dunas.

jueves, 25 de junio de 2015

Recuerdos: Las “moragas” en la playa, las sangrías y la “leche de pantera”



         Como no teníamos coches para salir a divertirnos a Estepona o a cualquier otro lugar y solo Paco tenía carnet y su padre le dejaba el coche, los viernes íbamos muy temprano al puerto pesquero y comprábamos a buen precio una caja de sardinas.
         Al atardecer preparábamos una candela en la playa para tener buenas ascuas en donde asar los espetos de sardinas A la vez hacíamos una sangría en un barreño enorme y la cargábamos bien de ginebra y de canela que decían que era un ingrediente afrodisíaco.
         Cuando dábamos cuenta de la sangría y las sardinas, rematábamos con una “leche de pantera” que no era otra cosa sino leche condensada que rebajábamos a base de ginebra y pillábamos unas cogorzas que acabábamos groguis.

lunes, 22 de junio de 2015

Recuerdos: El bar de Pepe “el Bello”



         La Antonia le dejó el bar a su único hijo Pepe, al que todos llamábamos irónicamente “el Bello”.
         Pepe amplió el tamaño del bar pero su falta de conocimiento le hizo tener un bar impredecible o sorprendente cuando menos. Lo regentaba junto a Mercedes, su mujer, que no era mucho más espabilada que él. Allí nunca sabías la marca de cerveza que ibas a beber ni si estaría fría o caliente, lo mismo que el vino. Para ilustrar esta característica voy a contar una anécdota que nos sucedió:
         Estábamos en Playa Bella junto con mi compadre Carlos y su mujer Mari Carmen y otra pareja de amigos, Natacha y Pedro Luis. Fuimos a tomar una copas y algo para picar y nos recibió Mercedes con un sombrero de paja calado hasta las cejas y su sonrisa bobalicona.
Pedimos la bebida que, sorprendentemente, estaba fría y mi compadre se atrevió a pedir el picoteo:
         Mercedes, ¿tienes unas sardinitas?
         Ziii afirmó mientras se quitaba el sombrero y justificaba su atuendo Es que vengo de coger “frijones” (guisantes).
         ¿De esas de la barca, fresquitas? Continuó el compadre haciéndosele la boca agua.
         Claro que están fresquitas, la lata la tengo en el frigorífico  Remató con aire triunfante por podernos atender bien.
         La cara de Carlos pasó de la alegría a la decepción en menos de un segundo. Nos aguantamos la risa para no ofender a la pobre Mercedes que se dirigió al frigorífico en busca de las “sardinitas”.

domingo, 21 de junio de 2015

El “letrerito”



         No me importa, es más, me encanta que te disfraces y lo pases fenomenal en Carnaval.
         Por supuesto que no me molesta si te disfrazas de papelera o de contenedor de basuras, pero lo que realmente me pone histérico es que te cuelgues el “letrerito” que dice: “ÚSAME”.

miércoles, 17 de junio de 2015

Mi amiga Espe



          Mi amiga Esperanza ha debutado en política como independiente dentro de la lista que presentó el PSOE a las elecciones municipales de Palma del Río y, como no podía ser de otra manera, salió elegida.
         Ahora el Alcalde, que inicia su tercer mandato, la ha nombrado Primera Teniente de Alcalde y bajo su responsabilidad estarán las áreas de Desarrollo Local, Agricultura, Agroindustria, Turismo, Nuevas Tecnologías, Educación, Cultura, Relaciones con la Universidad y Personal.
          Y digo yo que va a necesitar días de treinta horas como poco para abordar la tarea encomendada aunque estoy seguro de que la realizará a la perfección y con ese talante alegre y positivo que la caracteriza.
         ¡Gracias por estar ahí! Tus paisanas y paisanos aplaudirán tu gestión. No me cabe la menor duda.

Tomando café



         Seis eran seis, cuatro rubias (de bote) y una morena (tal vez de bote también). La morena tendría unos cuarenta y la mayor de las rubias andaría por los sesenta.
         Se sentaron en una mesa de la cafetería y llamaron al camarero. Necesitaron un cuarto de hora de “puesta en común” y luego cada una pidió un versión diferente de café:
Uno “sólo”,
Uno “manchao”,
Otro “mitad”,
Un “cortao”,
Una “sombra”
Y una “nube”
         Tal como fue la comanda no cabe duda que estábamos en una cafetería de Málaga.

miércoles, 10 de junio de 2015

Aburrimiento



         Llevo ya casi quince días de inactividad y me estoy hartando. La vida del acompañante-cuidador en el hospital es un auténtico “coñazo” (con perdón) y es que necesito ya volver a mis actividades de jubilado jardinero y piscinero porque estoy al borde de un ataque de “hospitalitis”  y eso que, desde que compré este cuaderno donde escribo, la cosa está siendo un tanto más llevadera e incluso, en determinados momentos, llega a ser casi interesante.

martes, 9 de junio de 2015

¡Torero!



         La muleta en la izquierda como si fuera lo más natural. Intentando mantenerse lo más estirado posible sin conseguirlo del todo. La mirada al frente forzando a su cuello a una postura harto incómoda… le habían operado de una rotura de cadera pero la cosa no había quedado demasiado bien.

lunes, 8 de junio de 2015

La atracción de la pantallita



         La sala de espera de información debería llamarse “sala de hipnosis telefónica” pues de catorce personas presentes, once están “trasteando” el teléfono móvil, dos están charlando entre ellas y un servidor está tomando notas para realizar esta entrada en el blog… ¡Atención! ¡Una enfermera acaba de atravesar la sala “oteando” su móvil! Debe tener un radar porque no ha chocado con nadie y no ha levantado la vista en ningún momento.

sábado, 6 de junio de 2015

¡Vaya con los chinos!



         A lo largo de un tramo de unos ciento cincuenta metros de una importante avenida en una capital andaluza hay varios bazares chinos situados en la misma acera, lo que me hizo plantearme el porqué de tal coincidencia en la ubicación.
         Cuando salí a pasear por la tarde comprendí perfectamente el “misterio”: la acera donde están los bazares es la que está a la sombra y así se ahorran el gasto de poner toldos para protegerse del sol en las horas de más calor.

viernes, 5 de junio de 2015

Una advertencia inútil



         En la sala de espera donde los médicos van llamando a los familiares de los enfermos para darles información acerca del estado de los mismos, hay un cartel que me llamó la atención, rezaba así: “No mover los asientos de su sitio”
         Como quiera que fueron llamando a las demás personas y me quedé el último, no pude resistirme a la curiosidad y decidí mover la fila de asientos que tenía frente a mí. Tiré de un extremo y aquello no se movió ni un milímetro. Pensé que era demasiado pesado pero, fijándome mejor, me dí cuenta de que estaban atornillados al suelo; seguramente alguien, harto de que la gente los moviera, había tomado las medidas oportunas pero se había olvidado de quitar el cartelito.

jueves, 4 de junio de 2015

Relevo generacional



         A los diez días de mi vida como acompañante hospitalario volví a visitar la sala de espera de “los gordos”. El panorama era más o menos el mismo que pude observar la primera vez, si bien es cierto que en esta nueva visita sólo había mujeres, las obesas eran más jóvenes que en la primera ocasión.
         No me quedé a esperar que llegase la “excepción” pero me fui con la convicción de que “el equipo de las gordas” tenía cantera.

miércoles, 3 de junio de 2015

Quedaron en volver



         Sólo eran tres pero hablaban por ocho o diez y, además, hablaban a voz en grito como si los demás estuviésemos sordos o como si pretendieran que todo el mundo se enterase bien de los pormenores de sus vidas que, por otra parte, no eran ni mucho menos interesantes para nadie.
         Estuvieron “deleitándonos” con sus aventuras en el supermercado y en la pescadería e, incluso hicieron referencia a los escarceos que cada una tenía con su respectivo a la hora de meterse en la cama, total, una tortura que duró las dos horas y media de la visita a su amiga enferma que se pasó el rato dormitando.
         ¡Qué alegría cuando se marcharon!, pero… quedaron en volver la tarde siguiente.

martes, 2 de junio de 2015

La excepción confirma la regla



         Cuando entré en la sala de espera una muestra de “michelines” embutidos en ropas ajustadas me recibió. Ellas eran seis todas gordas y orondas y ellos sólo tres pero igual de obesos. Les miré a través de los oscuros cristales de mis gafas de sol y me senté en el primer asiento que estaba libre. Pensé: al lado de esta gente yo podría parecer un tipo delgaducho aunque estoy un tanto rellenito.
         De pronto las miradas de los dos hombres y las tres mujeres que se sentaban frente a mí se volvieron al unísono en dirección a la puerta de entrada como si un invisible resorte les hubiera movido. La mujer que acababa de entrar era un canon de la especie: una cara preciosa enmarcada por una media melena morena y un cuerpo que quitaba el hipo al más pintado. Avanzó con paso decidido sin siquiera dedicarnos una fugaz mirada y fue a sentarse en el asiento situado al final de la sala donde sacó su teléfono móvil y se enfrascó en su contemplación como si de un objeto hipnótico se tratara. Observando a la una y a los otros pensé que en aquella ciudad todas las personas eran gordas… porque “la excepción confirma la regla” y, para más INRI, al día siguiente en la misma sala de espera había cuatro gordos y tres gordas. Estuve esperando más de dos horas pero la “excepción” no volvió a aparecer.