jueves, 28 de enero de 2016

Recuerdos: Salar (y 3)



En la casa también vivía mi tío Ángel que era el menor de los hermanos, tenía unos seis o siete años más que yo y, quizás por eso, procuraba darme esquinazo cuando iba con sus amigos, seguramente no quería “niños” que pudieran chivarse de sus correrías porque de trabajar nada de nada.
Como el presupuesto que mi padre me daba para el viaje era bastante exiguo, tenía que buscarme alguna cosilla para disponer de más dinero y así ayudaba a los primos de mi tía Luisa que vivían enfrente a descargar lo que traían del campo e incluso me iba con ellos a la era para darle cuerda a las bestias pisando la paja de la parva. Con lo que me reportaban esas actividades y algo que me daban mis tíos tenía suficiente para pasarlo bien durante mi estancia que era de unos veinte días aproximadamente.
Las fiestas se desarrollaban en la plaza y allí estaba la caseta de baile y algunas atracciones de feria para los chiquillos.
Recuerdo que la hija del electricista estaba coladita por mí pero a mí no me gustaba ella y una vez en el cine se colocó a mi lado y me tuvo haciendo manitas toda la película, después, en el baile, me estuvo mirando todo el rato pero yo estaba ligando con unas chavalas de Granada que habían venido invitadas a la casa de Jesús y con las que no me comí ni una rosca. Cuando quise echarle cuentas a mi enamorada ya era tarde y se había buscado pareja, ¡mala suerte!
Poco a poco fui distanciando mis estancias en Salar hasta que, definitivamente, abandoné esta costumbre y todo quedó guardado en el baúl de los recuerdos hasta que hoy decidí pasarlos al papel y darles vida de nuevo en mi presente.
A finales de Julio o principios de Agosto, mi tío Julio me acompañaba a Loja para que cogiera el coche de línea que me llevaría a Priego donde me esperaba mi padre para irnos juntos a Playa Bella (Estepona) y pasar allí el resto del verano junto a mi madre y mis hermanos.

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