lunes, 29 de febrero de 2016

Día de Andalucía



Ayer, como todos los 28 de Febrero de los últimos años, tuvimos la entrega de las Medallas de la Ciudad (este año no hubo Hijos Adoptivos ni Predilectos) a tres entidades y tres personas de Palma del Río.
Radio Palma, Protección Civil y Peña Flamenca “La Soleá” fueron las entidades distinguidas y Antonio Meléndez, Antonio Tejera y Antonio José (ganador de La Voz) los ciudadanos que también recogieron la medalla. Hubo asimismo una distinción especial a Manuel Cazorla Velasco que ha llegado al centenar de donaciones de sangre a lo largo de su vida.
Un grupo de integrantes de la Tuna Palmeña amenizó el acto y entonó el Himno de Andalucía que cantamos a coro los asistentes.
Todo terminó con una copa y un aperitivo ofrecido por el Ayuntamiento donde los homenajeados y los asistentes departieron distendidamente.

sábado, 27 de febrero de 2016

DESPEDIDA



Sin tiempo me quedé,
también sin habla.
Todo fluía con tanta ligereza
que no me dio lugar para decirte nada,
ni siquiera un adiós apresurado,
ni un fugaz beso,
ni rozar tu mano,
ni tampoco un saludo,...
ya no estabas.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Recuerdos: Golosinas naturales



Hoy en día es prácticamente imposible conseguir que los niños y niñas no coman chucherías pero esto no siempre ha sido así puesto que en otros tiempos (anteriores al chupa chups) las golosinas eran naturales y además no costaban dinero sino que se adquirían por medio del trueque.
Recuerdo tres chucherías que se conseguían a cambio de algo, por ejemplo, el “palodú” y la “cañadú” (la raíz del regaliz y la caña de azúcar) se cambiaban por botellas vacías o por trozos de hierro o plomo, del mismo modo los garbanzos “tostaos” se obtenían a cambio de garbanzos crudos. De esta manera los niños íbamos recogiendo botellas, herraduras viejas, trozos de tubería de plomo y de cabillas de hierro haciendo una labor de “chatarreros” para tener el “dinero” necesario y disfrutar de esos pequeños placeres que en nuestros días aligeran de peso los monederos de padres y madres.

lunes, 22 de febrero de 2016

De madrugada



Al fin consiguió encontrar el número 12 de la calle. Probó una por una las llaves hasta que consiguió dar con la que abría el portal del bloque de pisos.
Penetró en el interior y, a tientas, localizó el interruptor de la luz. Tambaleante se dirigió hacia el ascensor, entró en él y estuvo un buen rato intentando pulsar el botón del piso noveno.
Cuando el elevador se detuvo, se quedó como hipnotizado viendo cómo se abría la puerta y cuando al fin decidió salir del habitáculo casi se vio bloqueado por la puerta que ya se cerraba.
Volvió a tantear la pared para encontrar el interruptor de la luz y, cuando lo consiguió, se quedó como estupefacto mirando el corredor que daba acceso a las diferentes viviendas.
Con paso inseguro avanzó hasta que encontró la puerta que tenía el número trece y allí se detuvo quieto como una estatua tratando de decidir, entre la nebulosa que ocupaba su cerebro, si aquél era o no su destino.
Por fin abandonó la inmovilidad y pulsó el timbre sin que nadie contestara a su llamada. Repitió la operación varias veces sin recordar que él vivía solo y no había quien le abriese la puerta. Estuvo llamando hasta que perdió el conocimiento.
Los vecinos le encontraron inconsciente y llamaron a emergencias. Una ambulancia le trasladó al hospital donde ingresó en coma producido por una impresionante ingesta de alcohol.

sábado, 20 de febrero de 2016

Recuerdos: El carrito de los helados



Recuerdo como si fuera ayer el sonido del heladero que vendía sus productos por las calles cuando yo era pequeño.
Aquel hombre vestido con un gorro, un pantalón y una camisa blancos como la nieve que parecía salido de un paisaje polar y que, sin embargo, paseaba las calles de Córdoba en pleno verano a la hora de la siesta. Empujaba un carrito con toldilla pero lo más destacable eran los dos conos de metal cromado que servían de tapaderas a los recipientes que contenían el helado (generalmente de vainilla y fresa), el bote de agua donde estaban los medidores y la caja con cristales para llevar los barquillos.
Siempre procuraba tener el dinero preparado para bajar a la carrera a comprar para mis hermanos y para mí el dulce refrigerio en cucurucho de galleta que nos sabía a gloria y que se nos acababa en un santiamén.
Nunca llegué a explicarme cómo era posible que, con el calor que hacía, no se le derritiesen los helados.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Equivocación



Oiga, ¿es Vd. el vecino de arriba?
Pues, la verdad, no lo creo.
¡Déjese de acertijos! ¿Es el vecino de arriba o no?
Si le digo la verdad, de arriba de arriba, no me lo parece.
Oiga, ¡que no le estoy hablando en broma, que esto es muy serio!
En ese caso no estoy dispuesto a ser el vecino de arriba.
Pues yo ya estoy harta de que me esté molestando continuamente con sus taconeos encima de mi dormitorio.
¿Sabe lo que le digo, señora?
No, no lo sé.
Pues que haga el favor de cerrar el grifo que se le debe haber inundado el cuarto de baño y me está cayendo encima una gotera de aúpa.
¿Cómo dice?
¡¡¡Que soy el vecino de abajo!!!

martes, 16 de febrero de 2016

Lo que da de sí una frase



“Vísteme despacio que tengo prisa”. ¡Qué verdad más grande! Si tienes prisa por terminar algo, lo peor que puedes hacer es realizarlo rápidamente. Seguro que te sale un churro como una catedral.
Una mañana que comenzó a llover salí corriendo para recoger algunas cosas que no quería que se mojaran. Resbalé y el resultado fue: fractura del maleolo del peroné, dos meses de escayola y uno de rehabilitación.
Es que no se deben hacer ciertas cosas sin pensar antes en cómo hacerlas de forma segura y adecuada, por ejemplo: si me pongo a escribir un texto no debo tener prisa para terminarlo pues el resultado puede ser desastroso como me da la impresión que va a suceder en esta ocasión si la inspiración no lo remedia que me parece que no lo va a remediar por mucho que yo me empeñe.
Lo dicho, lo dejaré así y a otra cosa mariposa que mañana será otro día.

domingo, 14 de febrero de 2016

Recuerdos: Tipos curiosos



Con la llegada del buen tiempo aparecían en Córdoba una serie de tipos curiosos que poco a poco fueron desapareciendo como si se los hubiera tragado la tierra.
La señora pulcramente vestida de negro con su delantal blanco como la nieve que vendía las moñas de jazmines.
Aquel hombre tan mayor que vestido de marinero y con su canasta a cuestas pregonaba aquello de: “Camarones, cangrejos, bichitos de la mar”.
El “pianillo” (así llamábamos al organillo) de la “Coja y el Manco” que con su única mano gobernaba con maestría el artilugio y deleitaba al personal con decenas de pasodobles mientras ella con su muleta y una lata recogía las aportaciones pecuniarias de los oyentes que tomaban un refrigerio en alguna terraza de verano.
Y no digamos nada de “Pablito” con su criba llena de piñones que echaba al aire y recogía con habilidad sin que ninguno cayera al suelo y, luego de venderte un cartucho, te daba el “abridor de tecnología punta”: un clavito.

sábado, 13 de febrero de 2016

Recuerdos: Los plátanos voladores



Mi madre, cuando mis hermanos y yo éramos pequeños, se empeñaba en que debíamos tomar fruta como postre todos los días.
Como no estábamos por la labor, mi hermano Luis y yo (Rafa era mucho más pequeño) ideamos un plan para evitar la dichosa fruta que mi madre se empeñaba en que comiéramos.
El plan era el siguiente: Comíamos a cámara superlenta para que así llegase la hora de irnos al colegio y sin haber llegado al postre con lo que salíamos pitando sin tomar la fruta.
Nuestra madre, que se dio cuenta de la maniobra, ideó una solución que le pareció infalible: el plátano. El plátano era una fruta que nos la podíamos comer por el camino del colegio y así fue como nacieron los “plátanos voladores” pues en cuanto volvíamos la esquina y ella, que nos vigilaba asomada a la ventana, nos perdía de vista, los plátanos “misteriosamente” levantaban el vuelo y se iban directamente al otro lado de la tapia del primer solar.

jueves, 11 de febrero de 2016

Recuerdos: Las tiendas de ultramarinos



Así se llamaba a los comercios donde se vendían comestibles. Cuando yo era pequeño había dos de estas tiendas en mi barrio de la Ciudad Jardín cordobesa y ambas estaban en la misma calle: el Camino viejo de Almodóvar (o Antonio Maura).
La tienda de “Manolín” estaba en la zona comprendida entre las calles Marruecos y Capitán Cortés y la de “Chari” en la esquina con Magistral Seco de Herrera.
Yo iba casi siempre a la de Manolín porque me parecía que estaba más cerca de mi casa. Recuerdo los sacos de garbanzos, habichuelas y lentejas situados detrás del mostrador de madera, cada uno con su pala dentro para echarlos en los cartuchos de papel, las galletas María de Artiach y las Tostadas de Ruvil en sus cajas de lata de forma cúbica, los caramelos y los frutos secos en aquellos tarros de cristal que estaban sobre el mostrador y que se te metían por los ojos diciendo “cómeme”, el queso dentro de su quesera de tela metálica y el jamón colgado de un gancho. El aparato medidor del aceite, el barrilito del vinagre y otro más grande de vino de veinticuatro, etc,… componían un decorado que no se me ha olvidado todavía. Había que llevar un canasto de palma para la compra y eso es lo que menos me gustaba pero como no había otro remedio… (Quién me iba a decir que, con el tiempo, yo aprendería a hacer los canastos de palma gracias a María Cuesta “la Camiona” en Palma del Río)

miércoles, 10 de febrero de 2016

Miércoles de Ceniza



Arranca la Cuaresma inexorable
para aquellos que ayunan y se abstienen,
para otros es un miércoles cualquiera
que flota en mitad de la semana.
Algunos reciben la ceniza
en la misa del pueblo tempranera
otros van empolvando a los vecinos
y también enterrando la sardina.
Acaba el Carnaval aunque colea
el próximo Domingo de Piñata.

martes, 9 de febrero de 2016

La duda razonable



¿Si me pongo un antifaz me conocerá la gente?… me refiero a la gente a la que le debo algo… No sé, no sé, quizás sería mejor pintarme la cara… pero ¿de qué color?... dicen que el rojo es el que más disimula las facciones, pero… ¿y si me la pinto de verde?... mejor sería tapármela con un trapo y dos agujeros como los mascarones pero es bastante incómodo…
Decididamente lo mejor y lo más seguro es irme fuera para ver el carnaval de otro sitio donde no me conozca nadie,… pero me disfrazo o no me disfrazo… ¡Qué fastidio!, no tengo nada claro.

lunes, 8 de febrero de 2016

¿En serio?



Lo cierto es que, cuando lo recuerdo, me parece un sueño.
Tú sabrás porque con lo imaginativo que eres…
Seguramente sucedió pero no puedo evitar el estar en la duda.
Pues ya eres mayorcito para saber si fue o no fue…
Es que, a medida que lo voy pensando con tranquilidad, me parece imposible…
Pero, ¿tan raro es lo que te pasó?
Bueno, tan raro no fue… simplemente me perseguían…
¿Quiénes te perseguían?
Pues Superman y Batman, pero no pudieron alcanzarme, los dejé tirados.
¡Claro! con tu patinete eléctrico no hay quien te eche el guante.

domingo, 7 de febrero de 2016

Es mejor tenerlo previsto



Estaba yo pensando que si fuera posible conseguirlo, sería una ocasión de oro para mostrarlo a los demás que, estoy seguro, se morirían de la envidia.
No obstante habría que meditar muy mucho sobre la conveniencia o no de proclamarlo a los cuatro vientos. Tal vez sería mejor dejarlo guardado y fuera del alcance de propios y extraños porque es posible que hubiera malos entendidos y más de una actitud poco recomendable.
En definitiva que debería tenerlo resuelto porque el día menos pensado me lío la manta a la cabeza, compro un cupón y me tocan los millones. ¿Y ahora qué?

viernes, 5 de febrero de 2016

Murallas



Murallas que son de Palma,
murallas que son historia
de las cosas que pasaron
por los siglos de los siglos
y sostienen la memoria.
Vosotras que protegéis
el casco antiguo de Palma
y asombráis al visitante
con vuestro porte imponente,
vuestra fuerza y vuestra calma.
Sois también el fiel testigo
de luchas y de venganzas,
de asaltos y de heroísmo
de gentes que precedieron
a los que ahora proclaman
que son palmeños de pro
que llevan Palma en sus almas.

jueves, 4 de febrero de 2016

Fuente de San Francisco



¡Ay Fuente de San Francisco!
con cuatro caños valientes
que vierten agua sin tregua
para dar con su sonido
compaña a los que allí llegan
y también al Padre Paco
que bien cerquita lo tienes.
De un barrio tan popular
lleno de gente sencilla
tú eres testigo “ocular”
que preside día a día,
sus afanes y desvelos,
sus pesares y sus cuitas.
Cuéntame, cuéntame, Fuente,
lo que pasa por tu barrio
que escucharé atentamente
lo que me digan tus caños.

miércoles, 3 de febrero de 2016

En busca de los dos ríos



Fuente de los muchos caños
a espaldas de la Asunción.
El agua que tú derramas
y la brisa de la noche
componen un viejo son.
Que por doquiera se expande
y en la Mesa de San Pedro
hace bailes de salón
se pierde por las Angustias,
por su puerta de rincón,
para buscar a sus ríos
caminando entre naranjos
por esos pagos de huerta
hasta donde se hacen uno
Genil y Guadalquivir
y el agua se arremolina
al compás de tu canción.

martes, 2 de febrero de 2016

A la Dama Blanca



Fuentecilla de los Frailes,
la del agua cantarina,
Que vives junto al Arquito
y de allí no te retiras.
Dime si la ves salir,
dime con quién se pasea.
Dicen que no va con nadie,
dicen que siempre va sola.
Dicen que sale de noche
por la puerta del convento.
Dicen que viste de blanco
y que no la ven de frente
ni siquiera de perfil
saben la cara que tiene.
Fuentecilla de los Frailes
la de las aguas tranquilas.
Dile que la estoy buscando,
dile que yo quiero verla,
que no le temo al hechizo
y quiero vivir con ella
para juntos pasear
todas las noches de luna
debajo de las estrellas.