miércoles, 1 de junio de 2016

Recuerdos: El “bombón helado”



Puede parecer una tontería pero lo que hoy conocemos como “bombón helado” no siempre fue tan fácil de comer, y no lo digo porque fuesen más caros o más baratos, es que los primeros bombones helados no tenían el palito para cogerlos sino que venían envueltos en “papel de plata” y había que cogerlos directamente e irlos pelando poco a poco según se iban consumiendo. No quiero ni decir lo que pasaba cuando en el futbol o en los toros se me ocurría pedirle a mi padre que me comprase uno.
Imaginaos el verano de Córdoba a eso de las cinco y media o las seis de la tarde sentados en una grada a la que había dado el sol durante toda la mañana y aparecía el hombre vestido de blanco pregonando a voz en grito aquello de: “Al rico bombón helado” y cualquiera se resistía sin pedir uno:
Papá, quiero un bombón helado.
Que no, niño, que el hombre no va a pasar por aquí decía mi padre tratando de escurrir el bulto.
Que sí, que mira cómo viene.
Que no, niño, que no viene.
Y en ese momento un señor de la fila de delante se levantaba y llamaba al de blanco para comprar uno a su pareja.
Ya no había excusa y mi padre, resignado, me compraba el dichoso bombón que yo sentía cómo se derretía entre mis dedos sin dar abasto a comérmelo antes y, como es natural, me ponía perdido de chocolate de arriba abajo y, como es natural también, mi madre ponía el grito en el cielo cuando volvíamos a casa.

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