viernes, 20 de enero de 2017

El tío Lorenzo



Una nariz como una berenjena y un ojo de cristal que nunca se cerraba eran las notas más características de su rostro. El pelo ralo y la barba encanecidos hacían vislumbrar una edad madura aunque indefinible. Un corpachón pesado acompañado de unas manos y unos pies enormes eran el complemento que hacía que su figura fuese de todo menos corriente, y es de imaginar que después de haberle visto una sola vez ya sería prácticamente imposible olvidarle.
Cualquiera que le mirase podría pensar que se trataba de un individuo feroz o, como poco, peligroso pero no era tal, aquí no se cumplía que la cara es el espejo del alma pues Lorenzo, que así se llamaba mi tío, era el ser más amable y cariñoso que se pudiera encontrar en esta parte del planeta. Era tal su bonhomía que no había persona en la ciudad que no le quisiera o que no le debiera algún favor que, por descontado, él jamás se cobraría, tal era su grandeza de espíritu que siempre estaba presto a ayudar a sus convecinos en cualquiera de las labores donde pudiesen necesitar su descomunal fortaleza.
Así pues era, y aún lo será, mi tío Lorenzo que, aunque hace años que no le veo, estoy seguro de que seguirá siendo mi tío más admirado y sé que el cariño que le profeso es mutuo y vivirá entre nosotros por más que estemos separados por cientos de kilómetros.

1 comentario:

  1. Entrañable descripción....
    Podías intentar "cuentos cortos"/"mini-cuentos"....

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