miércoles, 22 de marzo de 2017

No hubo más remedio



Nadie había venido a decirle nada, ni siquiera una llamada de teléfono. No podía ser… ¿habría dejado suficientes pistas? ¡Cómo podían ser tan inútiles! ¡Si la cosa estaba clarísima! Y, además, todo debía conducirles hasta él porque no había otra posibilidad que tuviera visos de realidad.
Ahora sí, había escuchado claramente unos pasos en el rellano de la escalera… pero no, oyó como alguien llamaba en la puerta de al lado y, después de una corta conversación que trató de escuchar sin conseguirlo con la oreja pegada a la puerta, quienquiera que fuese el visitante se largó como había venido.
Resignado se sentó en su butacón favorito, se sentía abatido, sencillamente lo que le estaba sucediendo no era posible, iba a perder la oportunidad de su vida de hacerse famoso por culpa de cuatro ineptos,… miró el teléfono como si presintiera que iba a sonar… pero no. Ya no pudo aguantarse más, levantó el auricular para llamar a la policía y confesar que él era el asesino.

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