viernes, 5 de mayo de 2017

Seguir soñando (4)



Escudriñó el contenido del frigorífico y optó por lo más simple: un par de huevos y algo de beicon que, una vez fritos, le sirvieron de consolación a su inclemente estómago. Recogió la cocina y metió los platos en el lavavajillas, se sirvió un gin-tonic y se dirigió al salón dispuesto a ver algún informativo en la televisión.
Tomó asiento en su sillón favorito y dio un largo trago a la bebida. Encendió la tele y zapeó para buscar un canal que estuviera dando noticias. Depositó el vaso sobre la mesita de lectura y se dispuso a empaparse de todo lo acaecido durante las últimas veinticuatro horas. Estaban hablando de las desastrosas consecuencias que había tenido para la bolsa el resultado de las elecciones, pero su concentración no siguió mucho más allá y se quedó dormido como un tronco…
El conejo, de nuevo el conejo blanco, pero ahora llevaba una chistera… eso es imposible,… los conejos pueden salir de una chistera pero no la llevan puesta como si fueran personas… y, además, se había dejado las orejas fuera… Era un conejo enorme… desde lejos le pareció de tamaño normal, pero… ahora que lo veía de cerca… y, para colmo, le sonreía… sí, le sonreía… Miró en derredor buscando al cazador, pero no se le veía por ninguna parte. ¡Claro, estaría escondido!, pero ¿dónde?... Cuando volvió la vista hacia el conejo no encontró ni rastro de él… ¡Maldito sueño!

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