viernes, 11 de agosto de 2017

Decisión drástica



A medida que el tiempo transcurría, Adolfo iba perdiendo la esperanza de alcanzar su objetivo. Siempre le habían asegurado que no debía eternizar las esperas porque sólo podría conseguir desasosiego e incertidumbre cuando lo que necesitaba su espíritu era embriagarse con el éxito para, de una vez por todas, dejar atrás el periodo de frustración en el que se encontraba inmerso desde hacía algún tiempo.
Comenzó pues a relajarse y a prepararse para asumir el nuevo descalabro cuando…
─ ¡No, eso no debe empezar así! ¡Esa no es una manera correcta de comenzar una novela! ¡Cuántas veces tengo que repetírtelo! ─ La voz de su conciencia le martilleaba el cerebro reproduciendo las palabras que su maestro le dirigía cada vez que le corregía un trabajo.
Adolfo no tenía claro ya nada porque los improperios de su maestro se  reproducían cada vez con más frecuencia y, si la cosa continuaba así, iba a tener que tomar una decisión drástica y dejar de escribir.

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