jueves, 30 de agosto de 2018

EN LA COPA DE UN ÁRBOL


En la copa de un árbol construiré nuestra casa
y viviremos juntos allí cerca del cielo
con un techo de estrellas y una alfombra de hojas
adornada de flores en plena Primavera.
Será un lugar feliz donde poder amarnos
donde nuestro existir será maravilloso
pues ése nuestro hogar nos hará tan dichosos
que no decidiremos jamás de allí marcharnos.

domingo, 26 de agosto de 2018

El desenlace


Si este hubiera sido un relato erótico, ahora sería el momento de hacer una descripción pormenorizada de todo lo que sucedió en el almacén de la peluquería de Petra y más concretamente en el sofá tapizado de cretona donde habitualmente ella dormía la siesta para no tener que ir a su casa al mediodía.
También habría que describir los escarceos, los acercamientos y las casi-retiradas que se fueron sucediendo a lo largo de la noche y que terminaron con Petra desmadejada sobre el sofá y yo tirado por los suelos como un guiñapo después de aquella velada tumultuosa en la que la fogosidad de ambos fue el hilo conductor de una relación apasionada y, por así decirlo, extremadamente lujuriosa donde todo tuvo cabida.
En definitiva, no creo que sea elegante contar con pelos y señales lo que allí sucedió, así que será mejor dejarlo ahí y no dar más explicaciones que sólo colaborarían a crear una situación por demás embarazosa y que no redundaría en beneficio de nadie.
Resumiendo: Lo que sucedió aquella noche fue el súmmum de la satisfacción de una libido que había sido reprimida a lo largo de toda una vida.
No hace falta explicar que, desde aquella noche, Petra me abrió de par en par las puertas de su corazón y, al cabo de dos meses justos, nos casamos en privado y sólo invitamos a la exigua familia que teníamos pues la cosa era importante para nosotros y no teníamos ganas de dar explicaciones a nadie.
Nos fuimos a vivir al antiguo piso de mi madre y allí nos dedicábamos a retozar como potrillos en la inmensa cama del colchón visco-elástico que por fin pude estrenar como había deseado durante tanto tiempo.
Mi vida con Petra era maravillosa pero…, siempre hay algún pero, ya se sabe que todo en esta vida tiene un final y nuestro idilio también lo tuvo y de una manera traumática… sobre todo para Petra que murió o, para ser más elegante, falleció sepultada en la peluquería cuando un terremoto derribó el edificio donde se encontraba.
Aquello fue tan fuerte que estuve a punto de morirme del disgusto y, como no, de la pena, pero poco a poco me fui recuperando hasta ser capaz de volver a un ritmo de vida normal.


jueves, 23 de agosto de 2018

La decisión


Estaba tan desesperado de no poder aprobar aquella dichosa asignatura, que me traía por la calle de la amargura desde mi tierna adolescencia, que no dudé ni un instante en tomar una aciaga decisión: meterme a ermitaño de por vida.
Aunque mi determinación tenía mucho que ver con el celibato, no era menos cierto que al tomarla también tenía esperanza de que me sucediese como al “Rústico” del Decamerón y se presentase la ocasión de “castigar al demonio en el infierno”.
Llevaba ya más de veinte años viviendo en una cueva alimentándome de raíces, moras, bellotas y algarrobas, y aquél “oscuro objeto de deseo” seguía sin cumplirse y, lo que es peor, martilleándome continuamente la sesera.
El pelo y las barbas me llegaban hasta las rodillas cuando me presenté en la peluquería de la mujer de mi primo para que me adecentara un poco porque ya me había echado atrás de mi pintoresca decisión y quería dedicarme a algo más interesante que la labor contemplativa que había llevado durante mis años de eremita.
Mi prima Petra se asustó sobremanera pues estaba irreconocible y sólo logré calmarla a base de recitarle de corrido toda la parentela común con su marido para evitar que ella llamase a la policía y me detuvieran. Al fin, me escondió en el almacén y prometió arreglarme cuando ya hubiese cerrado la peluquería.
Más de una vecina que me había visto entrar entró en el establecimiento por curiosidad y terminó haciéndose la permanente amén de “interesarse” por quién era el personaje, pero Petra las toreó divinamente contándoles los últimos chismorreos de la calle.
Una vez que se despidió la última clienta, Petra cerró, echó las cortinas y me fue a buscar al almacén.
-      No sé cómo has podido convertirte en un fantoche horripilante. ¿Dónde has estado metido durante tanto tiempo?
-      Pues ya ves, de ermitaño más de veinte años.
-      Bueno, ya me contarás que ahora tengo que concentrarme para no darte un corte con la tijera…
Poco a poco mi pelo fue cayendo alrededor del sillón hasta que mis facciones fueron reconocibles y entonces ella se me quedó mirando y me dijo:
-      Tú no te has enterado de lo de tu primo, ¿verdad?
-      No, ¿qué es lo de mi primo? – Dije preocupado.
-      Pues que hace ocho años se largó con una secretaria de su oficina y si te he visto no me acuerdo.
-      ¿Mi primo? ¿Con lo guapa que tú eres?
-      Pues ya ves, me dejó mas tirada que el felpudo.
-      Y el muy canalla se casó contigo sabiendo que yo estaba coladito por ti…
-      ¡Qué! ¿Tú? ¿Y por qué no me dijiste nada?
En aquél momento algo se removió en mi interior y mi masculinidad se puso en pié de guerra. Como llevaba como único ropaje una saya de saco, la “cosa” no hubo manera de ocultarla y así comenzó aquella noche el examen definitivo para conseguir lo que tanto había ansiado durante toda una vida…

sábado, 18 de agosto de 2018

DESEOS


Quisiera tocar el cielo con mis dedos
para poder acercarte a ti la Luna
y mil estrellas que adornen tus cabellos.
Quisiera abarcar el mar entre mis manos
para entregarte su color y sus arenas
y que te bese el sol y te abandones
esperando la noche y mis caricias
que desean calmar tu piel ansiosa.