Era Corujo un cangrejo
que siempre andaba a derechas,
ni adelante ni hacia atrás,
siempre a la mano derecha.
En la playa donde vive
hay una roca muy grande
y Corujo por las noches
busca refugio en sus lares.
Allí encuentra a las estrellas,
las del cielo y las del mar,
los erizos, mejillones
y otras criaturas sin par.
Con ellos juega Corujo
al corro y al escondite
a pillar y a la rayuela,
aquellos juegos de antes
que los niños ya no juegan
pero son tan divertidos
que se les pasa la noche
antes de que se den cuenta
y cuando se va la Luna
y en Levante sale el Sol,
Corujo y sus amiguitos
se duermen como un lirón.