miércoles, 30 de enero de 2019

BOLERO DEL RECUERDO


Te quise con locura
o al menos me parece
porque aquellos recuerdos
no están muy frescos ya.
Fuiste mi inspiración,
estabas en mi mente
mas, desgraciadamente,
ya no te tengo aquí.
Recuerdo aquellos días
en una nebulosa
como si fueran sueños,
como algo ajeno a mí,
como algo tan lejano
que parece perdido,
cerca del horizonte,
como algo que no fue.

sábado, 26 de enero de 2019

BOLERO DE LA ESPERA


Tan sólo fue un momento,
un instante tan sólo,
pudo ser el comienzo
de un amor sin final.
Todo lo que quería
era ver tu sonrisa,
todo lo que quería
era sentir tu amor.
Por eso te esperaba
cada día y cada noche
sin decirte un reproche,
sin escuchar tu voz.
Tan sólo te miraba
esperando palabras
que nunca pronunciaste
pero yo las oía
sin duda imaginaba
o era que las sentía
con todo el corazón.

martes, 22 de enero de 2019

BOLERO ILUSIONADO


Si un día me preguntan
por qué sigo queriendo,
seguro que diré
que no sé de otra forma
para poder vivir,
pues sin querer no puedo
ser un feliz mortal
que vive de prestado
atado a una ilusión
que me hace continuar
la senda que emprendimos
cogidos de la mano
sintiendo como late
un solo corazón
puesto que se fundieron
hace tiempo los nuestros
y nunca, nunca, nunca
se van a separar.

jueves, 17 de enero de 2019

RECUERDO FELIZ


Hoy he vuelto a escuchar
el canto de las tórtolas
que arrullan sin parar
las tardes de mi casa
haciendo que recuerde
la feliz Primavera,
también aquellos días
que juntos paseamos
entre los arriates
de pensamientos plenos
y mirando los vuelos
de alegres jilguerillos
mientras iban pasando
las horas sin sentirlas
y todo era reposo,
miradas y emoción.

lunes, 14 de enero de 2019

La carta (y 2)


Nuestro amigo residía justo en la última casa del pueblo y poseía un hermoso jardín donde cultivaba plantas de flores amén de hortalizas que le proporcionaban casi todo el alimento vegetal que necesitaba y, como era una persona de poco comer, pocas veces se acercaba al mercado municipal para comprar alimentos pues contaba con la leche de su vaca, “Hermosa” y los huevos que le aportaban las diez o doce gallinas que cacareaban a su alrededor cuando salía a pasear; una higuera y una decena de árboles frutales le daban fruta suficiente para su consumo. Era pues Rogelio una persona autosuficiente que nunca había tenido mucho contacto con sus vecinos salvo cuando recogía la cosecha de su olivar en la que participaba como un jornalero más y con sus "compañeros" de trabajo compartía mesa y mantel por lo que la gente le valoraba como un excelente patrón e incluso como un buen camarada.
         Habían pasado ya dos semanas y la carta continuaba donde Rogelio la dejó cuando entró en la casa, es decir, encima de la mesita consola que había en la misma entrada.
Estaba almorzando como siempre en la pequeña mesa camilla y mirando por la ventana abierta de par en par cuando una ráfaga de viento vino a dar con el sobre a sus pies.
Se levantó a cerrar la ventana y recogió el sobre del suelo para ponerlo encima de la mesa… fue entonces cuando algo llamó su atención: el matasellos de la carta no era como todos, éste tenía un dibujo diferente, como si fuera una corona.
Sin más preámbulos rasgó el sobre y sacó la carta que había en su interior:
“Muy apreciado conciudadano”, rezaba el encabezamiento, y continuaba:
“En primer lugar desearle que se encuentre en perfectas condiciones de salud y en segundo, comunicarle que ha sido designado por sorteo entre todos los vecinos de la comunidad, para encarnar el personaje del Rey Baltasar en la cabalgata que habrá de celebrarse el día cinco de Enero próximo…” Aquí dejó de leer y dio un respingo gritando: ¡No! ¡Yo no quiero ser Rey!
En ese mismo instante despertó en el suelo, pues se había caído de la hamaca, y sangrando por la nariz, que era la parte de su anatomía que había aterrizado en primer lugar. El sobre estaba en su mano y sin abrir: sólo había sido un sueño.

        

sábado, 12 de enero de 2019

La carta (1)


Cuando Rogelio Miranda abrió los ojos se encontró con la cara de Pedro, el cartero del pueblo, a unos centímetros de la suya, En lugar de sobresaltarse, como hubiera sido lógico, parpadeó, tragó saliva y, después de aclararse la garganta, vociferó:
─ ¿Qué pasa para que me mires con esa cara de besugo? ¿Es que acaso pensabas que me había muerto?
El cartero sí dio un salto hacia atrás que le dejó sentado en el suelo y con la boca abierta sin poder articular palabra.
─ Bueno, ¿me vas a decir lo que quieres o te vas a quedar sentado ahí todo el día? ─ Volvió a preguntar Rogelio que, como era duro de oído, siempre hablaba alzando la voz.
Pedro consiguió recuperarse del susto y balbuceó:
─ Es que te traigo una carta…
─ Una carta para mí, dices, eso debe ser una equivocación. A mí no me escribe nadie ─ Le cortó Rogelio.
─ Pues en esta dice bien claro: “Don Rogelio Miranda del Naranjo” y ése eres tú por muy cabreado que te pongas. ─ Se defendió el cartero alargándole un sobre.
De mala gana Rogelio cogió el sobre y, sin siquiera echarle una mirada, se volvió tumbar en la hamaca para seguir durmiendo la siesta.
─ Pero, ¿es que no la vas a abrir? ─ Insistió Pedro. ─ ¿Es que no te interesa lo que contiene?
─ Al que no le interesa es a ti, pedazo de cotilla. ─ Y se dio la vuelta para volver a conciliar el sueño.
Llevaba más de veinte años sesteando a la sombra del inmenso algarrobo que crecía delante de su casa y jamás nadie había osado despertarle, sobre todo si sabía el mal genio que se gastaba Rogelio y es que nuestro personaje vivía solo en aquella vieja casa que había heredado de sus padres y era un individuo huraño aunque, cuando alguien conseguía traspasar el muro que le defendía del resto de la Humanidad, encontraba a una persona amable y cariñosa que, precisamente por ello, intentaba protegerse de los demás en aquél caparazón de malhumor que espantaba a propios y extraños.
Rogelio Miranda del Naranjo era un hombre culto que, aunque metido ya en la cincuentena, seguía estudiando y leyendo todo lo que caía en sus manos. Había tenido una niñez feliz con unos padres que le educaron con cariño pero no exento de una disciplina que atendía a normas siempre explicadas razonadamente. Tenía una hermana a la que hacía ya mucho tiempo que no veía pues se marchó a recorrer el mundo, según dijo, y aún no habría terminado de recorrerlo porque no había vuelto y de eso habían pasado más de diez años en los que sus padres habían muerto por culpa de un desgraciado accidente y Rogelio, como no sabía dónde encontrarla, no había podido comunicarle el luctuoso acontecimiento así que seguiría viviendo feliz y contenta dondequiera que estuviese.


martes, 8 de enero de 2019

TARDES DEL INVIERNO


Tardes del Invierno alegres
de un sol que alumbra pero no calienta,
tardes del Invierno tristes
de negros nubarrones que amenazan lluvia,
tardes del Invierno frías
de gélidos paisajes y cerros nevados.
Tardes del Invierno, tardes
a veces luminosas y también oscuras,
a veces heladoras pero nunca tibias,
definitivamente, tardes.

viernes, 4 de enero de 2019

AMANECER


Con los primeros albores se levanta
el alma soñolienta y despereza
los flecos que la niebla va dejando
colgados de las ramas del espino,
vestigios de algodón deshilachados
que sueñan con ser nubes algún día.
Se calla el ruiseñor que ha trasnochado
llenando la alameda con sus trinos
en tanto que la Luna poderosa
se acuesta a descansar por el Poniente
y Aurora se despierta y nos anuncia
el carro de su hermano Sol que llega.