miércoles, 31 de octubre de 2018

Patrañas


Hoy no puedo escribir poesía ni tampoco ningún relato de ficción, hoy me toca hablar de la realidad sobre todo después de lo que acabo de escuchar en el informativo de Radio Palma:
El señor Nieto no se entera de nada, es un candidato totalmente impresentable pues desconoce todo lo que ha sucedido en nuestra tierra a lo largo de los últimos cuarenta años.
Si para él nuestra ciudad no ha avanzado nada en este lapso de tiempo es porque su ceguera es tal que no ve nada más allá de sus narices o porque lo suyo es mentir y tratar de engañar a los votantes de Palma del Río, cosa que será bastante difícil utilizando tales argumentos que carecen de fundamento y que, por simplistas, no pueden engañar a nadie. Me cabrea soberanamente que este señor piense que soy tan poco inteligente como para tragarme sus patrañas y, después de oír sus tonterías en la radio no he podido menos que escribir estas pobres líneas para tratar de sacarle de su error.
Pregunte a sus adláteres palmeños que, si no quieren mentir, le dirán que está usted totalmente equivocado y es que LA IGNORANCIA ES (en su caso) DEMASIADO ATREVIDA.

lunes, 29 de octubre de 2018

NARANJALES DE PALMA


Sangre de ríos que riegan nuestras huertas,
océano verde que cubre nuestras tierras
es la naranja la reina de estos campos
y el azahar su nieve en primavera.
Cuando el dorado color de la naranja
refleja el sol de las frescas mañanas,
viene a mi mente el día que llegué
y no veo fin a estar dentro de Palma.
Nunca pensé abandonar mi Córdoba
pero encontré este lugar sagrado
y ya no pude por más que lo intenté
desarraigar mi cuerpo de esta casa.

miércoles, 24 de octubre de 2018

NO FÍES A LA SUERTE


Amores que no tienen quien les ame,
quereres que no son correspondidos,
que nunca se sintieron complacidos,
que siempre fueron fieles y leales.
Tan sólo se sintieron traicionados
al ver cómo quedaban despojados
de todo lo que habían acumulado,
de todo lo que era sólo suyo.
Pues todo lo fiaron a una carta
y no tuvieron suerte en el envite,
maldita sea la carta indeseada,
maldita la ilusión que así perdiste.

lunes, 22 de octubre de 2018

LAS NARANJAS DE PALMA


Mañanitas de otoño,
tarde amanece,
relente en los naranjos
que ya muestran sus frutos
coloreando
y temiendo tijeras
que les separen
de las ramas del árbol
para llevarlos
lejos de nuestra tierra,
a otros lugares,
donde gentes extrañas
los saborean
sin llegar a su punto de madurez.
Yo los cojo en invierno
cuando en sazón
presentan ya sabores
extraordinarios.

jueves, 18 de octubre de 2018

CANCIÓN


Canta el pájaro en su jaula
zumba la abeja en la flor
silba el viento en la aliseda
calla en silencio mi amor
sin saber cómo decirte
que me enciende la pasión
que aunque el tiempo se escapara
y te marcharas con él,
yo seguiría tu rastro,
preguntaría en la aliseda
y a la abeja de la flor
pero nunca al pajarillo
porque encerrado en su jaula
no conoce lo que hay fuera
y no me puede orientar
hacia ese lugar que esconde
tus caricias y tus besos
que se marcharon de mí.

lunes, 15 de octubre de 2018

La deuda impagada (y 9)


Tomó el sobre que le tendía ella y sólo pudo articular un “Gracias” con voz pastosa.
No se preocupe, joven, no tiene nada que agradecerme, ayudándole a usted también cumplo una venganza que estaba cocinando desde hace mucho tiempo. ─ Tomó aire y continuó. ─ Vaya a ver al malnacido de don Aurelio y dígale que tiene el sobre, pero antes póngalo en manos de alguien de su entera confianza por si acaso.
El viaje de vuelta fue para Nicolás como un bálsamo que milagrosamente le curó de la fiebre y de su preocupación principal pues creyó a pies juntillas todo lo que le dijo la misteriosa señora.
A la mañana siguiente se encaminó a la casa del cacique no sin antes dejar el sobre en el despacho del abogado que le llevaba el papeleo del taller y que se alegró de verle sobre todo viendo el inmejorable aspecto que presentaba de nuevo Nicolás.
Llegado pues a la puerta del caserón donde vivía don Aurelio, llamó a la puerta y, enseguida, le abrió el administrador como si le hubiera estado esperando.
Esta vez no tuvo que esperar más de tres o cuatro minutos y don Aurelio le recibió en su despacho:
¿No me digas que vienes a pagarme? ─ Preguntó fingiendo sorpresa.
No, tengo algo mejor. ─ Contestó Nicolás serenamente.
No será otro trato para alargar los plazos, ¿verdad?
Pues no, simplemente vengo a comunicarle que tengo el sobre.
Y ¿se puede saber qué sobre es ése?
Uno que me dio cierta señora y que me dijo que debía comunicárselo a usted.
Nicolás vio cómo el fulano palidecía y dirigía una mirada interrogante al administrador que lo presenciaba todo de pie junto a la puerta.
¿Dónde están los papeles que firmó Nicolás? ─ Rugió.
El administrador rebuscó en el archivador y, no encontrando nada, contestó:
─ Lo siento don Aurelio, pero aquí no hay nada de eso. Sólo están los demás contratos y las escrituras de sus propiedades.
─ Bueno, ─ dijo Nicolás sonriendo. ─ Ya que no tengo que hacer frente a ninguna deuda, lo mejor es que les deje a ustedes con su tarea y me vuelva a mi casa.
─ No creas que esto se acaba aquí, joven, los papeles aparecerán y, entonces, no tendré piedad de ti, te denunciaré e irás a la cárcel por deudas.  ─ Gritó desde el despacho don Aurelio mientras Nicolás salía a la calle y caminaba feliz por su buena suerte.
Al cabo de un buen rato, y ya en su casa, Nicolás estaba tratando de adivinar quién era el responsable del robo que había sufrido el cacique y cómo habría ido todo a parar a sus manos de parte de la señora, cuando sonó el teléfono:
─ Hola, Nicolás, soy el administrador del canalla de don Aurelio. La señora está muy contenta de que todo haya sucedido según lo previsto…
Y, sin más, colgó el teléfono.



sábado, 13 de octubre de 2018

La deuda impagada (8)


Se encontró en un salón rectangular donde había un tresillo y un par de mesas. Al fondo un aparador y a la derecha una chimenea apagada que tenía junto a ella dos sillones orejeros. La mujer estaba de pie junto a una de las mesas…
 ─ Bienvenido, señor … bueno… no importa su apellido y, tal vez es mejor que no lo sepa siquiera, al fin y al cabo, el mío tampoco es Mirabueno y esta no es mi casa. ─ Hizo un inciso como para coger aliento y prosiguió: ─ Después de esta entrevista espero que no nos volvamos a ver, a no ser que las cosas no sucedan como tengo previsto…
Ella era delgada y de buena estatura. Vestía una bata larga de satén negro que la hacía si cabe más esbelta y su rostro era invisible a través del velo que lo disimulaba y que caía desde un moño alto con el que llevaba recogidos los grises cabellos.
Nicolás permanecía mudo escuchándola como si se hubiera quedado ensimismado… La voz de la señora le volvió a la realidad.
He sabido por alguien de mi total confianza que ha sido usted víctima del canalla de mi… de don Aurelio que le tiene cogido de tal manera que no encuentra usted escapatoria alguna…
Nicolás asintió con la cabeza pues no le salía la voz del cuerpo.
Pues bien ─ continuó la anciana ─ yo le voy a sacar del atolladero. ─ Y diciendo esto rebuscó en una bolsa que tenía sobre una de las mesas del salón sacando un sobre de tamaño folio que le alargó a Nicolás…


jueves, 11 de octubre de 2018

La deuda impagada (7)


Se arregló un poco el pelo y se compuso el cuello de la camisa. Bajó del vehículo y se dirigió a la puerta donde buscó el timbre, pero al no encontrarlo, golpeó un par de veces con el reluciente aldabón que había incrustado sobre la mirilla.
Al cabo unos pasos se acercaron al otro lado de la puerta que se abrió:
Buenas tardes ─ Fue el saludo de la persona que le había abierto la puerta y le interrogaba con la mirada.
Buenas tardes, ¿vive aquí la señora Mirabueno?
Sí señor, ¿quién pregunta por ella? ─ Inquirió la criada con voz neutra.
Me llamo Nicolás…
Ya, pase, la señora le está esperando. ─ Dijo ella sin dejarle terminar la frase.
Nicolás penetró en la penumbra del zaguán y esperó a que la criada cerrase la puerta. Luego la siguió a través de una acristalada galería hasta que ella le indicó que esperara mientras entraba en una estancia situada al final.
En un par de minutos la criada le franqueó la entrada y, con un gesto, le hizo pasar…


martes, 9 de octubre de 2018

La deuda impagada (6)


Con todo este bullir de recuerdos en su cabeza, Nicolás siguió caminando y, cuando quiso darse cuenta, la silueta de una gasolinera se recortó a lo lejos. El último trecho lo recorrió en un tiempo record y, al llegar a la pequeña estación de servicio, preguntó al expendedor si tenía el teléfono de un taller que no estuviese muy lejano.
Mi primo tiene un taller en el pueblo. ─ Comentó el interpelado.
¿Y está muy lejos? ─ Insistió Nicolás.
Sólo está a cinco o seis kilómetros… Si quiere le puedo llamar.
¿Y podría remolcar mi camioneta?
Por supuesto.
Pues entonces, llámele, por favor.
El individuo sacó su teléfono móvil y marcó un número. Al poco una voz contestó y el gasolinero le explicó el caso de Nicolás.
Estaba anocheciendo ya cuando Nicolás estacionó su camioneta junto al edificio que mostraba el número 72 de la Avenida Principal. Estaba sudando a causa de la fiebre que padecía desde hacía cuatro días. Era una simple gripe pero le había afectado bastante y, sobre todo, en el peor momento, cuando recibió la llamada de teléfono. Primero pensó posponer el viaje pero después el intrigante mensaje de la misteriosa mujer le hizo tomar la decisión de viajar aun cuando estaba enfermo…


domingo, 7 de octubre de 2018

La deuda impagada (5)


Era tal la cara de descomposición que tenía cuando regresó a casa de su madre que, interrogado por ello, no tuvo más remedio que contarle el episodio acaecido en casa de don Aurelio.
La madre no dijo nada y guardó la preocupación para sus adentros de tal manera que, con el tiempo, se fue apagando poco a poco inmersa en una profunda depresión que la llevó a la muerte en menos de año y medio.
Cuando Nicolás se quedó solo en el mundo se dio cuenta de lo difícil que sería cumplir con lo que se había comprometido. Buscó trabajo por todas partes pero el cacique ya se había encargado de amenazar a quienes le contrataran así que cerró su taller y se marchó a otra ciudad para intentar ahorrar el dinero que tendría que pagar dentro de poco más de dos años.
El caso fue que, cuando sólo faltaban dos meses para que se cumpliera el fatídico plazo, recibió una noticia bastante extraña: una persona le preguntaba por carta cómo se llamaban sus padres y cuál era su lugar de nacimiento.
En principio no hizo mucho caso de la misiva pero una semana después de recibirla, decidió contestar al remitente (un tal M. Mirabueno) y adjuntar su número de teléfono.
No fue hasta dos semanas después cuando recibió la llamada de teléfono: “Si es usted el Nicolás que yo busco, venga a verme a la siguiente dirección…” fue la frase que, dicha con voz femenina, escuchó al otro lado de la línea y así fue como comenzó la aciaga aventura del viaje en el que la camioneta se había averiado.


viernes, 5 de octubre de 2018

La deuda impagada (4)


¿No vendrás a pedirme que te pague el trabajo? ─ La voz de don Aurelio resonó en el silencio y Nicolás la sintió como un bofetón en plena cara.
El silencio era espeso, se diría que podría cortarse con un cuchillo, hasta que Nicolás se rehízo y contestó con voz clara y serena:
No exactamente, vengo a proponerle un trato…
El cacique se volvió lentamente y clavó en Nicolás una mirada interrogante.
Un trato, un trato, ─ dijo arrastrando las palabras, ─ y qué trato se te ha ocurrido proponerme, si se puede saber.
Pues que tome usted su deuda conmigo como un primer pago del total que le dejó a deber mi padre y el resto se lo iré pagando con trabajos en sus fincas y con lo que pueda ahorrar.
La carcajada rellenó el espacioso despacho y don Aurelio incluso llegó a atragantarse con la risa.
¿Me tomas por tonto? El tiempo del pago se acabó y sólo tengo que ejecutar el embargo sobre los bienes de tu madre… ¡Idiota! Y va el muy tonto y me propone un trato. ¿Pero quién te crees que eres, majadero?
Sólo quiero que mi madre no sufra la vergüenza de que la echen de su casa…
Mira, cateto, me voy a sentir magnánimo y te voy a dar un plazo de cuatro años pero me pagarás el doble y de una sola vez y, además, pondrás como garantía tu propia casa y el taller. ¿Qué te parece?
Nicolás estaba entre la espada y la pared y aceptó la propuesta por más que la consideraba imposible de cumplir, pero no tenía alternativa así que firmó los papeles que trajo el administrador y se volvió a casa de su madre…


miércoles, 3 de octubre de 2018

La deuda impagada (3)


¿Por qué había elegido viajar por carreteras secundarias donde no había ni una gasolinera? ¿Pensaba que ahorraría tiempo? Pero ahora no era el momento de hacerse reproches sino de continuar el camino y llegar a un lugar habitado lo más pronto posible.
Continuó pues la marcha procurando no andar ni demasiado deprisa ni, tampoco, demasiado despacio, se trataba de adaptar su paso a sus no excesivas fuerzas y así garantizar que llegaría a un lugar que no sabía a cuanto estaba del sitio donde se había parado su camioneta y volver con un mecánico que la pusiese en marcha o la remolcara.
Los recuerdos del asunto con el cacique volvieron a ocupar sus pensamientos:
Cuando al día siguiente volvió a casa de don Aurelio a las once en punto de la mañana, todavía tuvo que hacer antesala durante más de media hora hasta que el administrador le hizo pasar al despacho.
El “refugio de la fiera” era una habitación rectangular bastante espaciosa, al fondo tenía un enorme ventanal y, delante de éste, se encontraba una mesa grandísima y un sillón donde el cacique estaba sentado mirando hacia afuera, es decir, dándole la espalda…