jueves, 11 de octubre de 2018

La deuda impagada (7)


Se arregló un poco el pelo y se compuso el cuello de la camisa. Bajó del vehículo y se dirigió a la puerta donde buscó el timbre, pero al no encontrarlo, golpeó un par de veces con el reluciente aldabón que había incrustado sobre la mirilla.
Al cabo unos pasos se acercaron al otro lado de la puerta que se abrió:
Buenas tardes ─ Fue el saludo de la persona que le había abierto la puerta y le interrogaba con la mirada.
Buenas tardes, ¿vive aquí la señora Mirabueno?
Sí señor, ¿quién pregunta por ella? ─ Inquirió la criada con voz neutra.
Me llamo Nicolás…
Ya, pase, la señora le está esperando. ─ Dijo ella sin dejarle terminar la frase.
Nicolás penetró en la penumbra del zaguán y esperó a que la criada cerrase la puerta. Luego la siguió a través de una acristalada galería hasta que ella le indicó que esperara mientras entraba en una estancia situada al final.
En un par de minutos la criada le franqueó la entrada y, con un gesto, le hizo pasar…


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