Tal vez pudiera hablar con el silencio
aunque mi
grito será como pregón
en el
desierto negro de una noche
que sin
luna terrible nos ofrece
el horror
de la oscura algarabía
de lo que
no se oye, … no se escucha,
de lo que
clama sin sonido en el fragor
de lo que
no se busca y no se lucha,
porque en
oscuros momentos de la vida
siempre
sale el amor a la conquista.
Fuiste maestra cercana,
maestra
“particular”,
siempre
estuviste a mi lado
como si
fueras mi hermana
como si
me protegieras
de tropezones,
caídas,
y curases
mis heridas
cuando al
suelo yo me iba.
Me
arropabas por las noches
y me
mecías la cama
para que
yo me durmiera
hasta la
nueva mañana.
Nunca me
has abandonado
y quiero
seguir contigo
para
decirte “mi vida”:
eres lo
más que he tenido.
Estoy en
soledad entre la gente
y es que
me siento distinto, diferente,
como si
fuera un invasor de otro planeta
pues no
comprendo nada de lo que hacen
los que
parecen vecinos de mi pueblo
que antes
sentía seres conocidos
y ahora
parecen venidos de otros mundos
para desmantelar
nuestra existencia,
para
descomponer nuestras costumbres,
para romper nuestra vida en mil pedazos.
