No sé si todas las Pandemias son iguales ni si sucede lo
mismo en todas ellas, tampoco sé muy bien lo que sucede después de éstas pues
sólo he padecido la presente y en un sistema capitalista indiferente a lo que
significa el bienestar en toda la extensión de la palabra.
Ahora que podríamos estar felices por haber controlado,
en lo posible, al maldito coronavirus, ahora, digo, nos entretenemos en
diatribas contra quienes ostentan la responsabilidad, y, por supuesto, la
autoridad para hacernos acatar las leyes que sólo procuran defendernos:
Bares que se “sublevan” pidiendo ampliaciones de sus
terrazas, hoteles que cierran achacando su cierre a que les quitan cinco
veladores de una terraza ilegal, jóvenes que buscan fiestas clandestinas para
hacer el “gamba” sin mascarillas y sin distancias de seguridad,… y, por
supuesto el “malo” es el Ayuntamiento comandado por la alcaldesa que, por
supuesto, debe tener un interés malsano en arruinar establecimientos de
hostelería que únicamente buscan nuestro bienestar poniéndonos hasta el culo de
cervecitas y bebidas espirituosas.
¿Es irónico, no?
