Amores
que no tienen quien les ame,
quereres
que no son correspondidos,
que
nunca se sintieron complacidos,
que
siempre fueron fieles y leales.
Tan
sólo se sintieron traicionados
al ver
cómo quedaban despojados
de
todo lo que habían acumulado,
de
todo lo que era sólo suyo.
Pues
todo lo fiaron a una carta
y no
tuvieron suerte en el envite,
maldita
sea la carta indeseada,
maldita
la ilusión que así perdiste.
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