Se
encontró en un salón rectangular donde había un tresillo y un par de mesas. Al
fondo un aparador y a la derecha una chimenea apagada que tenía junto a ella
dos sillones orejeros. La mujer estaba de pie junto a una de las mesas…
─ Bienvenido,
señor … bueno… no importa su apellido y, tal vez es mejor que no lo sepa
siquiera, al fin y al cabo, el mío tampoco es Mirabueno y esta no es mi casa. ─
Hizo un inciso como para coger aliento y prosiguió: ─ Después de esta
entrevista espero que no nos volvamos a ver, a no ser que las cosas no sucedan
como tengo previsto…
Ella era
delgada y de buena estatura. Vestía una bata larga de satén negro que la hacía
si cabe más esbelta y su rostro era invisible a través del velo que lo
disimulaba y que caía desde un moño alto con el que llevaba recogidos los
grises cabellos.
Nicolás
permanecía mudo escuchándola como si se hubiera quedado ensimismado… La voz de
la señora le volvió a la realidad.
─ He
sabido por alguien de mi total confianza que ha sido usted víctima del canalla
de mi… de don Aurelio que le tiene cogido de tal manera que no encuentra usted
escapatoria alguna…
Nicolás
asintió con la cabeza pues no le salía la voz del cuerpo.
─ Pues
bien ─ continuó la anciana ─ yo le voy a sacar del atolladero. ─ Y diciendo
esto rebuscó en una bolsa que tenía sobre una de las mesas del salón sacando un
sobre de tamaño folio que le alargó a Nicolás…
¿Cuándo "vamos a salir de dudas...."? Un abrazo
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