Dice el refrán que Año Nuevo es vida nueva pero aquí, en ciertos casos, no hay manera de que se cumpla. Me explico:
El otro día iba haciendo mi recorrido habitual anticolesterol cuando al llegar al puente de piedra ví como una conciudadana tropezaba con uno de los “bolardos asesinos” qu habitan por allí y se camuflan perfectamente en la semioscuridad. Me quedé observando que ella miraba al adoquín como pidiéndole explicaciones del porqué de su ataque y estuve a punto de seguir su ejemplo aunque lo evité con un traspiés forzado para no dejarme la punta de mi pié en otro bolardo.
Y digo yo, para mí mismo, ¿no será mejor cambiar mi itinerario y evitar el peligro que acecha cada tarde a mi integridad podológica?, pero eso sería tirar la toalla y a mí me cuesta trabajo tirar las cosas, sobre todo en tiempos de crisis, y he decidido seguir con mi denuncia pública aunque nadie en la Casa Consistorial me preste la más mínima atención.
El que la sigue la consigue… ¿o no?
PO SI.......
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