jueves, 7 de agosto de 2014

¿Por dónde empezar?



         Entraban y salían sin que el flujo decreciese un instante. Su movimiento parecía obedecer a una música inaudible o a un patrón de conducta fuertemente implantado en sus cerebros. Arístides les estaba observando desde hacía ya más de dos horas y su fascinación era tal que casi había llegado a olvidar el verdadero propósito de su presencia en aquella azotea desde donde podía dominar todo lo que ocurría en el edificio de enfrente. Una sonrisa sádica afloró en sus labios y pensó:
¿Empiezo por los que entran o por los que salen? Y tiró del cerrojo de su Kalashnikov.

1 comentario:

  1. Miedo me da pensar en ese objetivo donde hacer diana, cierto que el calor nos hace más excitables, tal vez, mejor emplear esa energía en otras cosas como picar hielo para un buen mojito. Saludos.

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