Llegó al dentista con el miedo metido
en el cuerpo. Había sólo otra persona en la sala de espera así que, cuando la
hicieron pasar, se quedó a solas con sus temores.
Era tal su preocupación que decidió
mirar a través de la cerradura lo que acontecía en la otra habitación con el
fin de intentar tranquilizarse.
Al cabo de observar durante un rato y
comprobar que no se oían gritos y se veía que el otro paciente no braceaba ni
intentaba levantarse de la camilla comenzó a sentirse mejor y a liberarse poco
a poco de la tensión nerviosa que llevaba soportando durante todo el día…
─ ¡El siguiente! ─
Dijo la enfermera abriendo la puerta de pronto.
Pudo
comprobar en carne propia que la puerta se abría hacia afuera.
A mi se me quitó el miedo a los dentista el día que di con una que está taco de wena. (Vale.. no se me quitó el miedo pero voy con otro ánimo.)
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