Cuando
abrió la puerta de su casa se dio cuenta de la niebla tan espesa que había
aquella mañana. Sólo podía vislumbrar las luces de las farolas que permanecían
aún encendidas. Orientándose por ellas avanzó hasta la glorieta donde dejó
aparcado su coche por la noche. Era tal la falta de visibilidad que tuvo que
pulsar su llave para ver las luces de los pilotos de su vehículo que se
encendieron en respuesta al mando a distancia.
Abrió
la puerta, se introdujo en el coche y puso el contacto para arrancar: La radio
sonó con un volumen excesivo para lo que él acostumbraba a ponerla.
─ ¿Tan bebido estaba que llevé la radio a todo meter?
Seguro que desperté a más de uno la noche anterior. ─
Pensó.
Bajó
rápidamente el volumen del receptor y escuchó la descripción que la locutora
hacía de una joven que había desaparecido y de la que no se sabía nada desde la
pasada tarde. Le pareció que aquella descripción era tan simple que se podría
aplicar a multitud de chicas jóvenes de la ciudad.
Sintió
un ruido en la parte de atrás y se volvió al instante: Una chica como la que
acababan de describir estaba desperezándose en uno de los asientos traseros.
─ ¡Pero qué haces aquí dentro! ─
Gritó mientras pensaba a toda máquina dónde podría haberla subido al coche.
─ Perdona, pero te dejaste el coche abierto y con la
niebla no era capaz de dar con mi casa…
El creía en el destino
ResponderEliminary esa mujer sentada ahi con cara de asombro
sería lo que el destino
desde ese momento ,,,,le mostraba
Besitos señor