Nuestra vida se encuentra en stand by, como si fuera un
electrodoméstico cualquiera, como si toda la película vital se hubiera detenido
de improviso y nuestro corazón se fuese ralentizando y su latir se volviera
inaudible apenas o, al menos, casi no lo sintiéramos.
Ahora sí, ahora ya no hay más remedio que cumplir las
“ordenanzas” y salir a la calle lo menos posible para evitar los contagios y,
como dicen algunos políticos, salvar vidas, salvar las vidas de nuestros
congéneres y, sobre todo, salvar vidas de nuestros familiares y de nuestros
amigos y amigas que son, por otra parte, lo mejor que tenemos.
Seamos pues consecuentes con lo que debe ser nuestra
conducta y practiquemos el sentido común que, a veces y desgraciadamente, suele
ser el menos común de los sentidos.
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