miércoles, 25 de diciembre de 2013

Desierto



Durante las horas en que el sol abrasaba, descansaba a la sombra del precario vivac que construía diariamente con un trozo de lona que fue blanca (ahora mostraba un color indefinido) y el bastón con el que se ayudaba para caminar cuando reinaba la noche.
Su provisión de agua y alimentos hacía ya varias jornadas que se acabó y sus labios estaban resecos y cuarteados a causa de la sed. También había perdido ya la cuenta del tiempo que llevaba caminando aunque su última referencia consciente era de cuarenta días: ¡Cuarenta días y cuarenta noches! ¿Qué le recordaba esa frase? La verdad es que sus neuronas no estaban ya para muchos trotes pero el pensar le hacía olvidarse de la comida y de la bebida y por esa razón dedicaba la mayor parte de su tiempo a estrujarse la mente para pensar y pensar sin descanso.
De pronto se paró en seco. Aquello que vislumbraba en el horizonte parecían luces. Espoleado por la ansiedad aceleró el paso para llegar cuanto antes sacando fuerzas de donde ya no tenía pero la ilusión de reencontrarse con la civilización le daba alas en los pies…
¡¡Corten!! ─ Gritó una voz en medio del silencio ─ ¡¡Media hora para beber!!

2 comentarios: