Con las claras del día
la noche se disuelve
y con ella la luna,
la luna plateada.
El astro rey se asoma
y le guiña al paisaje
que su luz ilumina
disipando la niebla
que cubría los campos
como tenue ropaje.
Las gentes se despiertan
y toman el camino
que los lleva a los tajos
para sudar el pan,
ese pan cotidiano,
que el castigo divino
nos obligó a ganar.
Bueno, con esto de la crisis, no tanta gente coge el camino para ir a los tajos
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