Ayer fue martes y trece, el primer martes y trece del año 2.011 y también el penúltimo porque en diciembre tendremos otro.
Hay muchas personas a quienes no les gusta en absoluto esta coincidencia pero esto no es así en todas partes puesto que en los países anglófonos se teme el viernes y trece de ahí la interminable saga de películas de terror que tienen ese título.
Mi padre no salía de viaje nunca en martes y trece. Él decía que no era supersticioso, que lo hacía por simple precaución pero, curiosamente, solía ponerse enfermo y mi madre avisaba a la oficina para decir que no podía ir a trabajar. Nadie le pidió jamás un justificante del médico, casi con toda seguridad que todos le concedían esos pocos días sabiendo que el resto del año nunca faltaba a sus deberes aunque estuviera realmente enfermo.
Mi hermano el menor nació un martes y trece y mi padre siempre achacó a la dichosa fecha el que no hubiera sido una niña.
Yo no soy supersticioso pero ayer no publiqué esta entrada por si las moscas…
… y ya sabéis: en martes ni te cases ni te embarques.
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