Cuando Ángel se convenció de que era invisible pudo
observar libremente todo lo que sucedía a su alrededor. A partir de ese momento
no se pondría colorado cuando mirase a la cara a una chica, sobre todo si ésta
le gustaba, ni se sentiría avergonzado cuando su madre le llamase la atención
delante de sus amigos, al fin y al cabo ellos no podían verlo o, al menos, eso
es lo que había estado sufriendo durante toda su vida, la invisibilidad más
absoluta.
No es que la profesora de inglés no le escuchara
cuando preguntaba algo, no, es que, simplemente, no le veía. Ahora, no
obstante, y gracias precisamente a su recién estrenada invisibilidad, podría
hacer lo que le diera la real gana sin miedo a que nadie le criticase sus
acciones y, aún menos, que le pudieran castigar por ellas.
Sólo necesitaba comprobar una cosa: ¿aumentaría con
el tiempo esta cualidad recién nacida en él? La primera prueba fue positiva: su
padre ya no le veía cuando le pidió dinero para salir el sábado e ir al cine.
La última comprobación le hizo sentirse un ser totalmente libre: su madre ya no
le reñía aunque hiciera la barbaridad más grande.
Comprobó que la gente de la calle no le hacía ni
puñetero caso cuando les saludaba al cruzarse con ellos y que el conductor del
autobús pasaba de cobrarle. Entonces fue cuando concibió su plan maestro:
eliminar uno a uno a todos los que, de alguna manera, le habían hecho daño a lo
largo de los años y se puso manos a la obra.
Primero eliminaría a los compañeros de clase que
nunca le habían ayudado, luego a las compañeras que se habían reído de él
cuando les había pedido una cita, a continuación iría la profe de inglés y los
demás profesores y profesoras que, sistemáticamente, le habían hecho pasarlas
moradas en el colegio y en el instituto y después un largo etcétera hasta
llegar a los miembros de su familia…
- ¡Ángel Ramírez! – Gritó una voz desde el pasillo de
la clínica siquiátrica – ¡Tiene visita!
Locura, Sed de Venganza, Invisibilidad. Buenos ingrendientes, para un buen plato literio.
ResponderEliminarGracias por la vista. Ya cambié de José a Juan.
Un saludo