Caminando
de noche por aquella dehesa de encinas centenarias, sin reloj y sin saber muy
bien donde se encontraba cuando su coche dejó de funcionar, Juanjo había
perdido ya la noción del tiempo y se encontraba perdido.
La
noche sin luna le tenía un tanto sobrecogido. De cuando en cuando el ruido de
un tropel de cerdos que corrían asustados por su presencia le hacían dar un
respingo de sobresalto aunque, cuando los oía gruñir, se tranquilizaba y seguía
caminando entre tinieblas vislumbrando los árboles y los matorrales a la luz de
las estrellas.
En
medio de la oscuridad reinante le pareció que a lo lejos brillaba una luz. No
se lo pensó dos veces y en esa dirección encaminó sus pasos, pero la luz, tal
vez por las irregularidades del terreno o por la espesura, desapareció de su
vista y, aunque siguió durante un rato caminando en la misma dirección, no
conseguía volver a verla. Se detuvo pensando que quizás había sido sólo un
espejismo provocado por su estado de ansiedad pero prosiguió la marcha y, al
cabo de unos minutos volvió a distinguir la luz y ahora le parecía que estaba
mucho más cercana.
Continuó
su caminar cada vez con más rapidez hasta que pudo distinguir la silueta de una
casa por una de cuyas ventanas se filtraba la luz que le había guiado hasta
allí.
Ahora
podría preguntar por la población más cercana para dar aviso a algún mecánico
que pudiese reparar su automóvil. Tocó en la puerta y ésta se abrió produciendo
un siniestro chirrido, se sobresaltó pero, haciendo un esfuerzo, pasó al
interior y lo que vio le heló la sangre en las venas:
Allí no
podía informarse de lo que él quería porque la persona que podría haberle dado
la información se hallaba colgada de una viga.
A los
pies del ahorcado había una hoja de papel. Se agachó para recogerla y leyó:
“Llevo
intentando salir de este lugar tres años y por más que lo he procurado, tanto
de día como de noche, siempre acabo volviendo a esta maldita casa. Estoy
desesperado y he decidido quitarme la vida.”
¿una pregunta mi teniente ? ni el perdido, ni el muerto tenian un movil a mano, en España según dicen hay una media de tres por personas.Ruego me indique para terminar el informe y remitirselo a la superioridad.
ResponderEliminarA sus ordenes
parece ser que se lo dejó en el coche y además no tenía carga en la batería. Y, además, es un cuento, Gómez,... un cuento, ¿me comprende?
ResponderEliminarperdone mi teniente, !!! solo fueron 3 meses de academia !!! labrar olivos se me daba mucho mejor.
ResponderEliminarMejor será que se dedique a banquero que eso es lo que hoy día dá dinero (me ha salido en copla)
EliminarMaestro jubilado, a ver si repasa las reglas ortográficas, que se le va la mano en las tildes...
EliminarInquietante. Dicen las crónicas que don Francisco siempre estaba es su despacho del Palacio del Pardo trabajando por y para España, la gente lo sabía porque la luz siempre estaba encendida y se veía desde lo lejos. ¿Se verá también encendida en las oscuras noches madrileñas la luz del despacho de Mariano Rajoy en La Moncloa? El problema es que nadie fue a comprobar si los respectivos estaban en sus despachos… mira que si les había pasado lo mismo que al señor que se ahorcó… Esto explicaría que en España manden siempre los mismos… ¿O no?
ResponderEliminarPudiera ser una explicación, lo tendré en cuenta y gracias por la aportación.
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